Está claro que no es el Bergman que vendrá más adelante, el que hurga en el alma humana casi siempre de forma depresiva y con muy poca alegría y sonrisas en sus personajes. No hace falta insistir en lo que vendrá, porque estoy convencido que el que haya llegado aquí ya habrá paseado por los grandes títulos por los que es famoso Bergman y ver "Llueve sobre nuestro amor" significa ver al sueco en pañales. Habrá muchos que opinen que lo mejor está por llegar y que aquí sólo podemos intuir al verdadero Bergman, y vaya, cómo son las cosas que a mí seguramente me parece más ameno y mucho mejor que en otras películas suyas. En orden cronológico en su filmografía es la segunda que firma, es casi su primer aliento y se nota que no está hundido psicológicamente. Todo llegará, todo será gris y negro, todo serán tristezas y falta de comprensión, enfermedades mentales, dolor de cabeza y hasta hemorroides. Aquí hay optimismo, sus personajes sonríen y gana el bien en ese bonito juicio final. Incluso esa especie de ángel de la guarda me ha recordado a Frank Capra, me he tenido que frotar los ojos. Ya llegará ya, todo lo que supone el gigante sueco ahí queda, por eso creo que quienes no somos precisamente admiradores de Ingmar Bergman lo disfrutaremos más.