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Voto de Luisito:
7
6.3
167
13 de junio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que se me ocurre decir es que el título de la película es un reclamo horrible que no hace justicia a su contenido, para la distribución en el ámbito del español se les ocurrió un título que como en otras ocasiones es una calamidad. Dicho esto, lo que interesa es haber superado ese frenazo y meterse de lleno en la aceleración constante que imprime la mente de Coburn, nuestro maquiavélico protagonista, que luce ese bigote setentero tan adecuado para la época y que nunca más se ha visto en otra época. Detrás de ese bigote, en su mente, planea subir cuatro escalones de una sola zancada, la jugada maestra que le permitirá ascender a la cima del poder.
Además del juego de piezas que usa Coburn (que no es poca cosa), encuentro que la película triunfa porque nos enseña de forma cruda el camino que han tenido que recorrer los hombres que ostentan importantes cargos en una economía ya tan globalizada en esa época. Cualquier cosa que se tenga que hacer se hace, con tal de ascender en el poder. Puesto que el sistema no se puede cambiar, los realmente ambiciosos, como Coburn, no tienen otra manera de hacer las cosas que olvidarse de cualquier escrúpulo: todo vale en la carrera por obtener más y más poder. Dicho de otra manera, el sistema está podrido, por no decir que es una mierda.
Y además de esa crítica, lo que le importa al espectador que busca intriga, nos topamos con una forma de ejercitar el mal simplemente brillante. Un método que puede producir escalofríos, que es perturbador también, basado en llamadas de teléfono y en su número de tonos (ríete del whatsapp y la comunicación satélite) que sólo puede calificarse de genial. No debería haber espectador que no le clave en el sofá la cascada de acontecimientos que en teoría Coburn mueve con sus hilos invisibles... Todo controlado... O no...
Además del juego de piezas que usa Coburn (que no es poca cosa), encuentro que la película triunfa porque nos enseña de forma cruda el camino que han tenido que recorrer los hombres que ostentan importantes cargos en una economía ya tan globalizada en esa época. Cualquier cosa que se tenga que hacer se hace, con tal de ascender en el poder. Puesto que el sistema no se puede cambiar, los realmente ambiciosos, como Coburn, no tienen otra manera de hacer las cosas que olvidarse de cualquier escrúpulo: todo vale en la carrera por obtener más y más poder. Dicho de otra manera, el sistema está podrido, por no decir que es una mierda.
Y además de esa crítica, lo que le importa al espectador que busca intriga, nos topamos con una forma de ejercitar el mal simplemente brillante. Un método que puede producir escalofríos, que es perturbador también, basado en llamadas de teléfono y en su número de tonos (ríete del whatsapp y la comunicación satélite) que sólo puede calificarse de genial. No debería haber espectador que no le clave en el sofá la cascada de acontecimientos que en teoría Coburn mueve con sus hilos invisibles... Todo controlado... O no...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Francamente, por una vez, el color de ese final en el que todo parece irle bien al malo malísimo (Coburn) es de difícil solución y lo mismo me hubiera dado si se va de rositas a su nuevo cargo en USA o si, como sucede finalmente, una última e inesperada carta lo deja en la cuneta y en parte se acaba haciendo justicia porque muere. ¿Qué habría sido mejor?; muchos, la mayoría, pensarán que es un alivio ese final con Coburn muriendo en el coche. Yo no lo tengo tan claro. Los mafiosos, sí o sí, son los que ostentan el poder. Coburn era uno más, pero también era un asesino fino como pocos...