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España España · Barcelona
Voto de Tithoes:
6
Terror Irlanda del Norte en 1960. Dos sacerdotes vaticanos visitan un convento de clausura donde filman con sus cámaras de 16 mm un terrible asilo con monjas tiránicas, rituales de abusos y posesiones demoníacas. Todo comienza cuando el Padre Thomas Riley y el Padre John Thornton son enviados por la Santa Sede a este convento de la Magdalenta, que acoge prostitutas, huérfanas, mujeres mentalmente inestables y embarazadas solteras, para ... [+]
20 de septiembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: el cuidado de la debutante cineasta para aparentar lo que no es, es decir, el trabajo detrás de las focos para conseguir que la simulación de un reportaje de índole religiosa cobre tintes mayormente creíbles (incluso el reducido formato de presentación, en ocho milímetros cual sucesión de diapositivas domésticas, incide en ello) aprovechando, tal vez (meras suposiciones, ya que la producción que ocupa posee entidad propia y es, sin duda, mucho más seria y valiosa que la siguiente), el reclamo comercial de La monja; la negativa de señales divinas por parte de quienes, en teoría, deben defender esa clase de místicos mensajes a ultranza contradice el eterno enfrentamiento entre creyentes y escépticos para trasladarlo al mismo seno adorador de manera contundente, rigurosa e irreverente a partir de una visión subjetiva (en estricta primera persona) y un apartado sonoro de infarto (los efectos casi provocarán tal consecuencia en aquellos más susceptibles), resultando una obra muy bien ejecutada (aunque excesivamente convencional) que hará las delicias de los amantes del género; la vida en un convento de clausura, repleta de secretos y prohibiciones, está muy lograda en cuanto a recreación hipotética se refiere (siempre será pura ficción al no disponer de testigos verídicos a causa tanto del restrictivo celibato como de la privativa devoción), complementándose las imágenes artificiosas (futo de la imaginación de la directora) con informaciones históricas (registradas en archivos oficiales) para desafiar el orden preestablecido brindando alarmantes curiosidades (antaño las mujeres no podían cantar en misa y fue un célebre cantante el que propició tan necesario cambio), reflexivas frases (“no hay absolutos en este mundo” al custodiar escrupuloso recelo) e hilarantes interpelaciones (“¿estás robando el vino del altar?” al relatarse cierta experiencia paranormal) en aras de embaucar (término que se emplea con asiduidad) al público.

Lo peor: el texto introductorio que versa “durante más de doscientos años la iglesia católica irlandesa mantuvo a mujeres en asilos denominados Lavanderías Magdalenas” suscita un interés que no se ve correspondido con lo plasmado, narrándose la odisea de dos sacerdotes enviados por el obispado que poca empatía despiertan y menos trascendencia asumen (las interpretaciones son más que correctas pero el guión no las ajustician) con discutible e irregular raciocinio; el falso documental en el que se traduce la propuesta comienza como un excelente homenaje a El exorcista y termina como un burdo plagio de El proyecto de la bruja de Blair porque, como bien indica Fionnuala Halligan en su crítica para el prestigioso Screendaily, la película está “grabada con creatividad llevando el arte de la cámara al hombro hasta el extremo de la agitación”, debiendo entender dicha conmoción en sentido literal; la previsibilidad del desarrollo lega a ser desesperante, pues a pesar de los muchos elementos confluyentes (sangrantes estatuas, titánicas reverendas, nocturnos llantos, fantasmagóricas apariciones, multilingües posesiones, satánicos santuarios, etcétera) todos y cada uno de ellos desembocan en un fraude mayor que el presumido por los protagonistas, quienes acuden al (muy) tenebroso lugar para investigar un supuesto milagro reportado.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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