Lo mejor: el canibalismo (casi) siempre resulta una subtemática controvertida e interesante, aunque sea tratada de un modo tan baladí e infundamentado como aquí por parte de un debutante tanto detrás de las cámaras como del guión (lo cual no justifica su funesto trabajo, porque el rigor brilla por su ausencia); el (mal) trato que reciben los protagonistas (por llamarlos de alguna forma, pues más de la mitad de la historia no aparecen en pantalla) por parte de unos lugareños de extrañas costumbres despierta cierta empatía hacia ellos, no siendo la emoción transferida tan poderosa como pudiera (y debiera) a causa de los actores que encarnan dichos personajes, quienes firman unas interpretaciones muy próximas al bochorno más denunciable; la opresión atmosférica que infunden los decorados, escasos y lúgubres (que la motivación de tan minimalista detalle resida en el bajo presupuesto o la escrutada intención es un misterio a resolver de menor importancia que la mayoría de sucesos narrados), está lograda.

Lo peor: el componente enfermizo no alcanza el nivel deseado, y es que el confesado deseo de emular el impacto de cintas como A serbian film y The human centipede es cuanto menos osado y una pretensión destinada al fracaso desde su propia declaración (de hecho solo la escena del recién nacido indeseado y la de la vaca lechera inútil llegan a impactar); el ocultamiento de rostros mediante máscaras comienza a ser una rutina un tanto desquiciante, mas si las empleadas ya han sido utilizadas anteriormente (Tú eres el siguiente es el primer ejemplo inmediato) la crítica es más negativa; la feroz propaganda vegana defendida durante la trama se contradice a sí misma atendiendo al objetivo último de su promoción, el cual es idéntico, por citar un producto patrio equiparable en dicho aspecto (de otras nacionalidades existen miles), al de Verano rojo, guardando con éste otras similitudes.

Daniel Espinosa
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