Auténtico cine, puro y duro, con mensaje, con reflexiones, con grandes actuaciones y mejor dirección.
El maestro Luis Buñuel nos demuestra, una vez más, lo fácil que hace lo difícil, es decir, la cantidad de mensajes, en cada escena o diálogo que encierra esta película, algo al alcance de muy pocos, salvo que seas un auténtico genio del séptimo arte.

Buñuel presenta esta película como una auténtica crítica a determinados valores, tanto religiosos (cristianos) como paganos. Valores, formas de entender la vida... y nos hace pensar constantemente en cada escena y que nos retorzamos en nuestros asientos, que exprimamos nuestras creencias y que nos replanteemos, en definitiva, la vida.