Me la han jugado (otra vez). Pero dejemos eso.
Fincher no da respiro. Ya desde la primera muerte los escenas van tornándose cada vez más opresivas (en curioso contraste, la iluminación aumenta). Sabemos que esto no va acabar bien, pero queremos creerlo, con todas nuestras fuerzas. La sombra de la sospecha planea durante la mayoría del metraje, comenzamos a presentir algo, pero llega el final y nos explota en las narices, turbándonos por completo y superando nuestras más terribles expectativas.
Al respecto del trabajo actoral, señores, me quito el sombrero. Brad Pitt, por un lado, encarnando al joven e impaciente detective Mills; Morgan Freeman, aportando toda su experiencia profesional para entregarnos a Somerset, el veterano cansado de la vida. Y Kevin Spacey, el que está detrás de todo, que sabe cómo situarse en el punto exacto entre la locura y la fría racionalidad.
¿Qué más decir sobre Se7en? ¿Qué puedo decir yo que no se haya dicho antes? Mírenla, júzguenla ustedes mismos. Sólo así podrán apreciarla y disfrutarla en toda su grandeza