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Voto de Diego Rufo:
6
Comedia Carmen (Maribel Verdú), un ama de casa del barrio madrileño de Carabanchel, descubre un día que su marido, Carlos (De la Torre), parece estar poseído por un espíritu maligno. Ahí empieza una exhaustiva investigación, entre terrorífica y disparatada, para intentar recuperarlo. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2017
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Crítica originalmente publicada en MagaZinema: http://www.magazinema.es/abracadabra-2017/critica/

Pablo Berger es, sin lugar a dudas, uno de los directores más certeros y arriesgados del panorama actual español. Con apenas dos películas en 9 años (‘Torremolinos 73’ y ‘Blancanieves’) había conseguido entusiasmar tanto a la crítica como a buena parte del público, gracias especialmente a su sensibilidad estética, el cariño hacia sus personajes, y a una apabullante originalidad de regusto añejo y patrio. La llegada de ‘Abracadabra’ no hace sino confirmar la fuerte personalidad de su cine y el riesgo que le gusta asumir en cada proyecto; sin embargo, su intento de crear – como ha dicho en repetidas ocasiones – una película hipnótica y antitética con la sobriedad de ‘Blancanieves’ nos ha traído un universo maravillosamente bien construido y un trasfondo interesante que, sin embargo, diluye su genio en su intento por mezclar géneros y construir la narración en base a giros imprevisibles que se tambalean por el límite de la verosimilitud. Así, nada resume mejor la sensación de ver ‘Abracadabra’ que la primera estrofa de la canción homónima de Steve Millers Band que resuena recurrentemente durante todo el metraje: ‘I heat up, I can’t cool down / You got me spinnin’ / ‘Round and ‘round / ‘Round and ‘round and ‘round it goes / Where it stops nobody knows’. Analicemos, por lo tanto, la crítica en base a ella.

I heat up, I can’t cool down…
(Me enciendo, no me puedo calmar…)

El arranque de la película bien merece identificarse con este primer verso, pues nos encontramos con unos primeros 15 minutos hilarantes, donde no sólo tenemos situaciones divertidísimas (por desgracia, muchas de ellas mancilladas por el tráiler) sino que además nos sirve para conocer rápidamente a los personajes y al entorno en el que se van a mover. Y es que si algo está caracterizando la breve pero brillante filmografía de Pablo Berger es su capacidad para crear universos nítidamente españoles: si en ‘Torremolinos 73’ (2003) nos transportaba a la España de finales del franquismo, repleta de bigotones y con el destape a la vuelta de la esquina, y en ‘Blancanieves’ (2014) nos mostraba sin complejos la España de los años 20 con los toros y las sevillanas y el esperpento rebosando por los cuatro costados, en ‘Abracadabra’ el realizador nos lleva – ¿o nos trae? – a la España del siglo XXI choni, hortera, futbolera y machista que todos podríamos imaginar si nos preguntasen por el estereotipo más guiñolesco de lo que es una típica familia patria. Desde el principio ya podemos ver cuáles van a ser los ejes estéticos de la película con la que Berger, Kiko de la Rica (Fotografía) y Anna Pujol Tauler (Dirección de arte) quieren establecer esa valiente antítesis de lo que supuso su impresionante ‘Blancanieves’: colores vivos y chillones que se oponen a aquel blanco y negro, histrionismo donde allí había sobriedad y bullicio desmesurado donde antes encontrábamos silencio… y todo, con una maravillosa armonía, por lo que, tras esos maravillosos 15 minutos nos encontramos entusiasmados, deseosos por seguir derrochando carcajadas de asombro y autoparodia y, probablemente, a la espera de cierta conciencia crítica.

…you got me spinnin’ / ‘Round and ‘round…
(…me tienes girando / dando vueltas y vueltas…)

Y entonces, al igual que en las montañas rusas pasamos un tiempo cogiendo altura para luego lanzarnos al vacío, la película llega al culmen de su primer acto introduciendo un elemento de surrealismo que resulta en parte inesperado entre tanto patético costumbrismo: la actuación en la que Pepe (José Mota) someterá a Carlos (Antonio de la Torre) a una sesión de hipnosis y a partir de la cual el personaje cambiará radicalmente, sustituyendo el desprecio hacia su mujer Carmen (Maribel Verdú) por comprensión, la apatía hacia su hija Toñi (Priscilla Delgado) por la colaboración con ella, la actitud violenta por benevolencia, etc. Llegados a este punto, el entusiasmo del inicio aún parece mantenerse, pues aunque su sentido del humor va perdiendo algo de fuerza, éste se ve compensado por una ágil trama de misterio y, sobre todo, por lo más sobresaliente de toda la película: sus actores.

No hace falta llegar ni a la mitad de la película para darse cuenta de las magníficas actuaciones de todos los implicados: Antonio de la Torre borda – ¡vaya sorpresa! – las dos caras del mismo personaje, ora agresivo y antipático, ora apacible y entrañable; José Mota, cuyo talento cómico es tan amplio como escasos puedan parecer sus registros dramáticos, nos muestra que el papel le sienta como un guante y que sabe hacerse rápidamente con las riendas de un personaje tan aparentemente naif como engatusador; la dulce Priscilla Delgado clava a la perfección el papel de hija choni, perdida y antipática; y, finalmente, la verdadera protagonista de la historia por méritos propio: Maribel Verdú, un ama de casa hortera pero entrañable, dulce pero fuerte, sumisa pero valiente, en fin, un papel lleno de matices que rápidamente podría haber resultado vulgar y antipática y que en manos de Verdú se acaba convirtiendo en un personaje delicioso.

…round and ‘round and ‘round it goes…
(…dando vueltas y vueltas y vueltas…)

Si en algo ha insistido Pablo Berger en las presentaciones que ha hecho de la película es en que quería hacer – como hemos comentado más arriba – una película antitética con ‘Blancanieves’ y en la que quería que, más allá de girar en torno a la hipnosis fuese una película hipnótica per se. Ahora bien, si el primero de los puntos resulta un riesgo que el espectador acepta y aplaude rápidamente, este segundo elemento es el que resulta más polémico de... [Seguir leyendo en: http://www.magazinema.es/abracadabra-2017/critica/]
Diego Rufo
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