Eastwood, con su buen hacer y reconocido prestigio de cineasta, se ha especializado en el género del drama intenso.
En esta, la que probablemente sea una de sus mejores películas, utiliza el boxeo como telón de fondo para hacernos reflexionar sobre algunas cuestiones de la vida.
El bueno de Clint es aquí un "héroe cansado" como los de las novelas de Arturo Pérez-Reverte. Es una vieja gloria del mundo del deporte a la que el paso de los años ha vencido inexorablemente hasta quedar relegado a regentar un gimnasio.
Allí comparte trabajo con el genial Morgan Freeman, con quien coincide de nuevo ("Sin perdón").
La tercera en discordia es Hilary Swank, que en el fondo es el eje de toda la historia. Su personaje es una luchadora en los dos sentidos de la palabra, pues no solo quiere ser boxeadora, sino que tiene que enfrentarse a fuertes prejuicios, tanto por ser mujer como por tener una edad relativamente avanzada como para iniciarse en un deporte que requiere años de preparación.
Pero, al igual que muchas historias de boxeo en el cine, es solo una excusa. Lo realmente importante es el drama de sus personajes.
Claramente, el protagonista ve en ella a la idealización de la hija con la que no tiene relación, así como un sentido y un objetivo para tener algo que le llene en su insulsa vida.
En la sección de spoiler hablo del tema central.
Su éxito de crítica está completamente justificado. Me gusta bastante más que "Sin perdón", por el tema y el contexto.
Su fotografía y actuaciones son excelentes. La voz del malogrado Constantino Romero aporta mucho a la interpretación magistral de Eastwood.
Totalmente recomendable para cinéfilos y quizás no tanto para personas excesivamente sensibles, dada su fuerte tristeza.
En una palabra: Peliculón.