Pocas películas como esta transmiten tan bien los extremos del amor paternal y los valores familiares con tanta empatía. Es puro sentimiento encarnado en ese monstruo de la interpretación llamado Denzel, cuyo personaje es capaz de hacer todo lo que haga falta por su hijo.
Por suerte, ni los actores ni el argumento llegan a caer en la sensiblería o la ñoñería, tocando todos los temas que trata con la suficiente seriedad y credibilidad.
A la vez que derrocha humanidad, otro pilar de la historia es el injusto sistema sanitario estadounidense que Nick Cassavetes critica directamente y sin rodeos.
Creo que no soy el único que aprendió esa dura realidad al mismo tiempo que nos emocionamos con esta película. ¿Cuántas familias habrán sufrido y perdido a seres queridos solo por no tener suerte con el dinero en ese país tan libre y tan "bonito"?
Denzel consigue hacernos sufrir con él desde el principio, en su lucha contra ese cruel sistema.
Al mismo tiempo, odiaremos a James Woods en su papel de codicioso cirujano, que solo trabaja si le pagan.
La elección del título es muy acertada. En vez de ponerle un nombre llamativo, solo tenemos el corriente nombre de pila de un tipo muy normal, que tiene que convertirse en héroe a la fuerza.
La película es emotiva, entretenida y despertadora de conciencias. Además, salen Denzel Washington y Robert Duvall. ¿Qué más se puede pedir?