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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
7
Comedia. Fantástico. Terror Dos parados (Mario Casas y Hugo Silva) cometen un atraco y huyen perseguidos por la policía (Pepón Nieto y Secun de la Rosa) y por la ex mujer de uno de ellos (Macarena Gómez). Así, se adentran en los bosques impenetrables de Navarra y caen en las garras de una horda de mujeres enloquecidas que se alimentan de carne humana. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las brujas de Zugarramurdi es la máxima expresión de lo que pasa por la cabecita de Álex de la Iglesia. Una película que viste un discreto traje de terror familiar pero que queda expuesta, al desnudarse, como un producto mágicamente bizarro y altamente grotesco en el mejor sentido imaginable.

Álex de la Iglesia ya nos dijo con Balada triste de trompeta que le apetecía volver por sus fueros, regresar a sus inicios, esos en los que cualquier majadería tenía cabida. El resultado no fue muy allá, sinceramente. En Las brujas de Zugarrarmurdi, sin embargo, encontramos todo lo mejor del cine del cineasta vasco: diálogos descacharrantes, situaciones imposibles, giros lógicos guiados por una historia de todo menos lógica... El caso es que también encontramos dos de los errores que más se atribuyen al cine de Álex: falta de conexión e incapacidad para el clímax. El inicio de la película es brillante, con una secuencia totalmente loca en la que un Cristo y un soldadito de juguete protagonizan un caos absoluto con la colaboración de, entre otro, Bob Esponja, Patricio o Minnie Mouse. Ahí arranca una historia en la que la casualidad sirve de puerta de entrada (causalidad mediante) para la verdadera historia, la del terror ligero contado desde un particular punto de vista cómico. Los personajes, que están delimitados y encajados con buen hacer, son parte importantísima de la película, aunque sin duda lo más destacable es un vestuario muy conseguido (no se espera menos de Paco Delgado), un trabajo de cámaras excelente, un montaje vivaracho, unos efectos especiales espectaculares y, en general, un diseño de producción de matrícula de honor.

Hugo Silva está sembrado como padre desesperado y cabroncete y su travesía por la película le exige pelear en varios frentes, cosa que consigue. Mario Casas... ¡Mario Casas! ¡Por fin! Mario Casas se convierte en actor en Las brujas de Zugarramurdi. A Casas le toca interpretar al mejor personaje de la película (mi descojone ha sido bastante sonoro) y lo hace como si llevara toda la vida siendo un gran actor. Me quito el sombrero ante él. Jaime Ordóñez cierra el "trío del taxi" con su soltura habitual, aunque sigue pecando en ocasiones de requemar demasiado algunos de sus recursos. Pepón Nieto y Secun de la Rosa forman una extraordinaria pareja que funciona a la perfección gracias a lo bien diseñada que está en el guion y a la gran capacidad de sus intérpretes para crear una química enorme en un periodo corto de tiempo. Carmen Maura, Terele Pávez y Carolina Bang son las caras malvadas (a priori) de la película. La primera de ellas es una de las reinas de nuestro cine y cualquier adjetivo se le queda ya pequeño; la segunda es una de las mujeres con más talento de este país y el cine de Álex de la Iglesia, con tantos excesos, siempre es un buen aliado para ella y, la tercera, la explosiva Bang, es una de las bellezas más potentes vistas en pantalla y, para colmo, sube su nivel interpretativo con cada nuevo trabajo. Macarena Gómez nos deja uno de sus trabajos más redondos y el pequeño Gabriel Delgado, con una labor bastante notable, cierra el reparto principal, aunque no pueden dejar de ponerse en la palestra nombres como los del fantástico Enrique Villén, el enorme Javier Botet, la correctísima María Barranco o los aquí travestidos Santiago Segura y Carlos Areces.

Resumiendo: Las brujas de Zugarramurdi es una película que amar o una película que odiar. Transcurre dentro del universo mental de Álex de la Iglesia, ese formado por locura en estado puro, y el toque de fantasía la hace demasiado bizarra como para encajar en las estanterías de todos los hogares. Yo la amo. Y, desde hoy, renuevo indefinidamente mi amor a Álex de la Iglesia, el hombre que convirtió a Mario Casas en un gran actor.
Grijander
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