El rito es una película inspirada en una historia real recogida en un libro de Matt Baglio que relata lo sucedido desde su perspectiva de periodista (en la película, Matt Baglio es una mujer, interpretada por Alice Braga), editado en 2009 y convertido en cine casi de manera inmediata.

Mikael Hafström dirige la película y repite el esquema de 1408, su anterior película de terror, paso a paso. La primera hora de metraje de El rito es, para mí, magistral. Lo digo con absolutamente todas las letras. Me parece de lo mejorcito que se ha hecho jamás en el cine de exorcismos, dando rienda suelta a las preguntas que siempre surgen a los espectadores de esta clase de producciones. Los diálogos son brillantes por momentos, así como el desarrollo del planteamiento moral de su personaje principal, un personaje construido con precisión. Pasado el ecuador de la película, ésta empieza a decaer de manera preocupante. Hafström presenta (como en 1408, repito), un clímax eterno que funcionó en aquella ocasión pero que aquí se estira peligrosamente hasta agrietarse. Pese a que el final se nos presenta más como un "segundo episodio" dentro de la película, su valor se va deteriorando a medida que da la impresión de que alguien, sea Hafström o sea quien puso la pasta, decide ofrecer "más entretenimiento" en detrimento de la calidad argumental de su primera parte. La fotografía es una verdadera obra de arte que forma parte de una ambientación sublime que combina bien espacios pequeños, grandes y algún espacio abierto siempre bien reducido.

Colin O'Donoghue protagoniza la película y consigue dar a su personaje las dudas que éste acarrea en todo momento. Un logro difícil, pues se enfrenta al peligro de que las dudas de su personaje parezcan titubeos interpretativos. Anthony Hopkins está, como siempre, soberbio. No pasan los años para el actor galés y cada vez resulta más sencillo para él comprender a sus personajes. Alice Braga cierra el trío principal con un trabajo de altura. La actriz brasileña tiene aquí la capacidad de saber asimilar su espacio, siempre medio oculto tras el protagonista, y dar vida a sus puntos fuertes. Por último, me gustaría destacar la labor de Marta Gastini, una chica que resulta un acierto por parte de los encargados del casting, pues cuando ella está en pantalla es capaz de robar protagonismo al mismísimo Anthony Hopkins. La corta aparición de Rutger Hauer es un verdadero regalo.

Resumiendo, que es gerundio: El rito desfallece en la segunda mitad de metraje y, pese a ello, sigue siendo una buena película. Queda el sinsabor de pensar que, de haber continuado la línea marcada en los primeros 60 minutos, tendríamos ante nosotros una verdadera joya.