Después de darse a conocer con trabajos tan interesantes como El Faro y La Bruja, el director Robert Eggers da una vuelta de tuerca más a su filmografía y ahora se adentra en una epopeya histórica medieval. Con las frías tierras nórdicas como trasfondo, el realizador nos introduce en medio de un relato vikingo cruel, de bella ejecución, lleno de matices, costumbres, folklore y mitos. Radica en esta historia la capacidad de mezclar el hecho real y los momentos oníricos, muy propensos a ser creados por la ingesta de opiáceos que el protagonista de la película suele tomar, un brutal Alexander Skarsgaard (Godzilla vs Kong).

Con esa interesante premisa que va más allá de las violentas contiendas vikingas (más, si caben, cuando se matan entre ellos mismos), Eggers presenta una obra que tarde o temprano se hará de culto. Quizás por la capacidad de intentar ir más allá de la historia de venganza que persigue, el simbolismo y los momentos sobrenaturales son tratados de manera magistral donde la fotografía se hace dueña de la función. Y a pesar de inundar la escena de belleza, también hallamos suciedad y frialdad en cada uno de los fotogramas, lo que dota de ambigüedad una producción que no deja indiferente a nadie. A la brutalidad de las escenas de combate se le unen unos diálogos con sentido y de estupenda composición, como si fueran sacados de un relato de antaño. En cuanto a valores de producción, se puede considerar mucho más que acertada, con la puesta en escena de la época en cuanto a ropa, útiles y costumbres muy fiel a lo que se imagina, por lo que los estudios de investigación sobre la civilización vikinga parece muy acertada y próxima a la realidad.

En cuanto al plantel interpretativo, preeminente es la presencia de Alexander Skarsgard en un papel brutal y muy físico. Le flanquean la siempre acertada Anya Taylor-Joy (Gambito de Dama), una dura y hermética Nicole Kidman (Cold Mountain), un estupendo villano como Claes Bang (The Square) y las presencias residuales de Ethan Hawke (Black Phone) y Willem Dafoe (Spiderman). Todos ellos suman para hacer de esta producción una epopeya trágica y épica, llena de matices y que busca ser lo más realista posible a pesar de incluir por momentos bellas escenas sobrenaturales y oníricas, mostrando que hasta los propios vikingos tenían miedo de lo que hay más allá de su cruenta y dura vida.

Una producción, en suma, violenta pero hermosa a partes iguales, no apta para todos los públicos por algunas escenas impactantes y cuyo punto flojo quizás radique en que la historia parece muy trillada y la inclusión de los momentos sobrenaturales quizás descoloque a más de un espectador (en mi caso, me encantan)... pero esa forma de narrarla y la poderosa puesta en escena son un punto a favor para no perderse el visionado de esta experiencia cinematográfica.