Nada más ver el inicio de esta serie, el espectador choca de frente ante una locura de historia llena de personas aún más locas y con unos diálogos aún más alocados (con palabrotas por doquier). A primera vista, parece no aportar mucho, salvo ese humor surrealista que suelen aportar los japoneses a algunas de sus obras, pero después, pelando la cebolla poco a poco, hallamos un cierto aire de crítica a la sociedad que nos ha tocado vivir. ¿Ya he dicho que es muy divertida de ver? Pues animaros, porque a veces suelta buenas perlas, y el doblaje al castellano es magnífico, tanto en la traducción como en el esfuerzo de poner el doble de protas. Lo malo es que no es tan animada como debería ser, por lo que debemos fijarnos más en los diálogos que en otras cosas más técnicas. Y aún así, echas unas buenas risas con estos locos.