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Voto de Nacho Ambigú García:
9
Fantástico. Drama. Romance. Thriller En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2018
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2001, tuvo que venir Guillermo del Toro, un director mexicano, para demostrarnos que se podían hacer películas sobre nuestra guerra civil sin repetir esa fórmula trillada de la que el público, con razón, se había hartado ya desde hacía tiempo. Primero fue “El espinazo del diablo”, y, cinco años después, repitió y mejoró la experiencia con “El laberinto del fauno”. Pocos directores saben moverse entre Hollywood y el resto del mundo con tanto desparpajo y ausencia de prejuicios como él.

En “La forma del agua”, Del Toro toma como referencia ese cine de ciencia ficción que hoy nos parece naif pero que en su época era fiel reflejo del clima político y los miedos ciudadanos: la guerra fría, la bomba nuclear, la conquista del espacio y la consecuente conjetura sobre la vida extraterrestre… Combinando dichos elementos, y aderezándolos con sus señas peculiares (sentido del humor tirando a negro, afinidad por los frikis y los seres marginados o rarunos), nos cuenta una historia que de entrada parece que nos hayan contado ya mil veces, empezando por La bella y la bestia, pasando por los monstruos de feria de Todd Browning, y terminando con los adefesios misántropos de Todd Solondz.

Sin embargo, donde autores como Solondz son crueles, retorcidos y en exceso amargos, Guillermo del Toro añade una pizca de luz y de eso que por desgracia estamos perdiendo en este mundo sobreinformado en el que los espectadores aspiran a ser el más experto (“yo ya lo he visto todo y ninguna película me sorprende”) o el más glotón (“me he descargado 53 temporadas de 77 series y me las he visto todas en un domingo”): hablo de esa capa de ingenuidad que se te viene encima cuando la sala de cine se queda a oscuras, de esa actitud expectante y generosa ante la obra de arte o de ficción, de esa predisposición a creerte la mentira que te van a contar porque vas a disfrutar de la evasión y no a cargarte de munición para presumir de ser el primero en ver algo, o el más original, o el más alternativo, o el más destroyer, o todo a la vez, que también.

“La forma del agua” mezcla lo bonito y lo feo, el cuento de hadas y el thriller, el lenguaje soez y el sexo sin remilgos (algo, por cierto, poco habitual en una película que aspira a pasar levitando por la alfombra roja de Hollywood en pocos días), y está poblada de humanidad en todos los sentidos, de lo mejor y también de lo peor de nuestra especie: un festival de pelos, escamas, sangre y agua que deslumbra en lo estético y conmueve en lo dramático.

Trabajo excelente de todos los actores, y aunque esta vez no hay cameo de Santiago Segura, se nota que Del Toro es amigo fiel, y se marca un guiño que los más iniciados en el torrrentismo sabrán apreciar.
Más información en http://ambigugarcia.blogspot.com.es/
Nacho Ambigú García
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