La película nos cuenta la historia de un ladrón recién salido de la cárcel, que por circunstancias termina actuando como una especie de iluminado. Es por ello por lo que siempre estaremos con la duda de si realmente es verdad aquello por lo que dice que está pasando o, por el contrario, una serie de malentendidos le han hecho creerse una historia absolutamente disparatada.

Repite Paul Hogan con el director de la segunda entrega de "Cocodrilo Dundee", fallida secuela carente de ritmo del cazacocodrilos más famoso del cine. Aquí sin embargo el elemento cómico está presente desde el principio y tenemos una película bien equilibrada, simpática y a veces enternecedora, con una estupenda amistad entre el personaje de Hogan y Elias Koteas. Desgraciadamente, los últimos diez minutos a modo de resolución rompen el tono. Parece que se inicia un conflicto que afecte a nuestro protagonista y dé más vida a la trama, sin embargo, esto se resuelve de la peor forma posible, añadiendo un factor dramático que descoloca por completo de los ochenta minutos anteriores, y con unos últimos momentos del filme donde el comportamiento del personaje principal de la película llega a dejarnos un tanto ojipláticos.

Sin embargo, me ha parecido una película bastante simpática que no llega a ser redonda por una ejecución torpe de su parte final, pero ni de lejos considero que estemos ante un bodrio, en absoluto.