En una entrevista situaba Quentin Tarantino a esta película como una de sus tres favoritas dentro del cine australiano. Evidentemente, no he visto todo el cine australiano existente, pero es cierto que sentí curiosidad y he salido bastante satisfecho con su visionado.

Estamos ante una cinta de terror con dos partes bien diferenciadas. Pese a su corta duración la película se toma su tiempo durante los dos primeros tercios. Tiene un ritmo pausado, sabe meterte en tensión y recuerda a aquellas películas italianas de los 70 que tanto mal rollo sabían generar. La trama además es interesante, no por novedosa, sino por hacernos dudar en todo momento respecto a lo que hay dentro de la cabeza de la protagonista, que no sabemos si es del todo sano.

La resolución puede no sorprender, pero a mí me ha gustado el giro que nos pone sobre la mesa el origen del terror dentro de una enorme casa que en su decoración me recuerda enormemente al primer "Resident Evil". En el momento en que tenemos las cartas sobre la mesa la película cambia radicalmente y pasa del suspense a la violencia y el frenetismo, en un último tercio que engancha y te mantiene en tensión hasta el final.

Recomendable por su dirección y su atmósfera insana.