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Voto de Condosco Jones:
8
Aventuras. Drama Antigua Roma, bajo el reinado de los emperadores Augusto y Tiberio (s. I d.C.). Judá Ben-Hur (Charlton Heston), hijo de una familia noble de Jerusalén, y Mesala (Stephen Boyd), tribuno romano que dirige los ejércitos de ocupación, son dos antiguos amigos, pero un accidente involuntario los convierte en enemigos irreconciliables: Ben-Hur es acusado de atentar contra la vida del nuevo gobernador romano, y Mesala lo encarcela a él y a su ... [+]
16 de octubre de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La televisión amenazaba al cine y Hollywood reaccionó a lo grande, haciendo toda una demostración de poder. Los cincuenta fueron la década del CinemaScope, la pantalla panorámica y el Technicolor. Ni 'La túnica sagrada', ni 'Quo Vadis', ni 'Los Diez Mandamientos'... la que llegó a la cima del género sin lugar a dudas fue 'Ben-Hur' en 1959.

'Ben-Hur' repetía temas y tipos pero a una escala desconocida, un filme espectacular en el que sin embargo el espectáculo (valga la redundancia) no lo era todo, porque la fuerza nacía sobre todo del personaje. Judá Ben-Hur, hijo de una familia noble de Jerusalén, un hombre íntegro y poderoso que sobre ese fondo histórico, vivía una historia en la que se mezclaban emociones tan íntimas como el amor, la lealtad y la venganza.

La versión de los cincuenta nació con la intención de ser la mayor superproducción de la historia. La preparación del rodaje duró cinco años, 50.000 extras, 500 estatuas y 300 decorados que se construyeron en Roma, en los míticos estudios Cinecittà. Un decorado destacaba sobre todos los demás, el circo era una copia exacta del circo de Antioquía. Ocupaba ocho hectáreas y podía albergar 15.000 extras. A modo de curiosidad, comentar que en aquellos meses los hombres romanos dejaron de afeitarse porque para ser extra sólo exigían una condición: llevar barba.

Los historiadores consideran a 'Ben-Hur' como un hito técnico en la historia del cine. Se utilizó película de 75mm, es decir, cámaras enormes y pesadas que el director William Wyler manejó con una sorprendente habilidad, sobre todo en una de las escenas más célebres en la historia del cine: la carrera de cuadrigas entre Ben-Hur y Mesala. Ésta ya forma parte de la cultura popular en el séptimo arte. Su montaje tuvo una enorme influencia en cualquier director que a partir de entonces rodara una persecución (hasta el galáctico George Lucas se rindió a su influjo en la famosa carrera de vainas de 'La amenaza fantasma').

Los resultados en taquilla fueron espectaculares y sus once Oscar establecieron un récord que sólo pudo empatar 'Titanic' (1997) y 'ESDLA: El retorno del rey' (2003), casi cuarenta años después. 'Ben-Hur' no sólo es una película, es una tradición. Su emisión televisiva cada Semana Santa ha ido descubriéndola a cada nueva generación, y ha permitido de paso, ir adaptando las interpretaciones. No deja de ser curioso que una película tan religiosa haya servido al mismo tiempo para alimentar como pocas, la iconografía gay, ya que bajo la rivalidad entre Ben-Hur y Mesala late una intensa pulsión homosexual.

Otras producciones de su época y de su estilo se han acartonado, pero 'Ben-Hur' no. En tiempos del realismo digital puede que algunas maquetas o fondos parezcan antiguos, pero en lo fundamental nada ha cambiado: un buen guión, un buen director y un actor tallado en piedra, Charlton Heston. Entre todos, crearon un personaje y una película más grande que la vida, o como dicen los americanos, "bigger that life".
Condosco Jones
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