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Voto de Dorothy:
9
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Drama
Una mujer, profesora de piano en un conservatorio, frecuenta cines porno y tiendas de sexo para escapar de la influencia de su dominante madre. Uno de sus alumnos se propone seducirla. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el libro de Elfriede Jelinek me resulto duro en su momento, ver plasmadas en imágenes las obsesiones de esta madura profesora de piano se hace a ratos incluso desagradable. Si Michael Haneke exploraba en Funny Games los límites de la violencia, aquí lo hace en los del sexo y el amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La magistral Isabelle Huppert interpreta aquí a Erika, una solitaria profesora que no ha conseguido triunfar como solista de piano, con el consiguiente reproche diario de su asfixiante madre, con la que comparte casa y cama.
Durante el día, Erika es una mujer dura, seria y de una frialdad aterradora. Sin embargo, por las noches ocupa su tiempo libre entre los peep-shows, el voyeurismo y la automutilación. Todas estas perversiones ocultas no dejan de ser sino formas de huir de su soledad y aislamiento. De esta forma, va alimentando dentro de ella una oscura fantasía en la que el amor se entremezcla peligrosamente con la violencia, el castigo y la humillación.
El hecho de que jamás haya sido amada hace que Erika sea una verdadera analfabeta sentimental. Así cuando Walter, uno de sus jóvenes alumnos, se enamora de ella, la propia Erika acaba convirtiendo la incipiente relación en algo enfermizo, consiguiendo transmitir su perturbada idea del amor al joven pretendiente, que en su ingenuidad no había experimentado nunca nada tan extrañamente intenso.
Haneke nos habla de como nos influimos los unos a los otros a través de las relaciones, ya que en la película tanto Walter como Erika acaban conociendo respectivamente lo oscuro y lo luminoso del amor. Sin embargo, no nos engañemos, como siempre Haneke no nos ofrece ninguna esperanza, nos dice que la condición humana es irremediable y por tanto no nos pretende contentar con un happy end edificante. Muy al contrario, el director nos tortura con una escena final entre Walter y Erika a medio camino entre la violación y la ternura que resulta escalofriante y nos anticipa el triste final de la profesora de piano
Durante el día, Erika es una mujer dura, seria y de una frialdad aterradora. Sin embargo, por las noches ocupa su tiempo libre entre los peep-shows, el voyeurismo y la automutilación. Todas estas perversiones ocultas no dejan de ser sino formas de huir de su soledad y aislamiento. De esta forma, va alimentando dentro de ella una oscura fantasía en la que el amor se entremezcla peligrosamente con la violencia, el castigo y la humillación.
El hecho de que jamás haya sido amada hace que Erika sea una verdadera analfabeta sentimental. Así cuando Walter, uno de sus jóvenes alumnos, se enamora de ella, la propia Erika acaba convirtiendo la incipiente relación en algo enfermizo, consiguiendo transmitir su perturbada idea del amor al joven pretendiente, que en su ingenuidad no había experimentado nunca nada tan extrañamente intenso.
Haneke nos habla de como nos influimos los unos a los otros a través de las relaciones, ya que en la película tanto Walter como Erika acaban conociendo respectivamente lo oscuro y lo luminoso del amor. Sin embargo, no nos engañemos, como siempre Haneke no nos ofrece ninguna esperanza, nos dice que la condición humana es irremediable y por tanto no nos pretende contentar con un happy end edificante. Muy al contrario, el director nos tortura con una escena final entre Walter y Erika a medio camino entre la violación y la ternura que resulta escalofriante y nos anticipa el triste final de la profesora de piano