Acudí al cine porque tenía ganas de cine y escogí esta película por puro descarte, consciente de que posiblemente me encontraría con un producto rancio, anodino y sin demasiado interés. Me equivoqué, afortunadamente.

Producto atractivo y rotundo dónde los haya, es de lo más interesante de la lánguida cartelera actual, tomando por actual todo lo que llega desde finales del 2019. Bajo una base dramática que reside en la pérdida de seres queridos, unos por defunción y otros por separación forzosa, la película se abre a un abanico que va desde el romance de un matrimonio maduro hasta la épica que supone recuperar al único de esos seres queridos que puede ser recuperado, terminando en una tensión brutal repartida en varios clímax. Esta película tiene muchas cosas buenas, pero una de ellas es que no tiene problemas en bajar al barro*(1) para condimentar una historia que no lo necesita pero que lo agradece. Cine en estado puro.

El espectador conecta con los protagonistas desde el minuto uno gracias a su excelente construcción y a que deben enfrentarse a una epopeya clásica que también es absolutamente original, ya que "Uno de nosotros" es digna hija de su época, esta en la que las mujeres firman sus propias historias. Si "Uno de nosotros" se hubiese estrenado hace veinte años, ya no digo treinta, ni cuarenta, él hubiese sido el motor de la misma mientras ella se habría tenido que conformar con ser la tan manida mujer-comparsa. Aquí han sido listos y han usado a la vieja estrella de los westerns como reclamo para luego ningunearlo (como sólo Kevin Costner merece) y clavarnos a una protagonista femenina majestuosa.

Esta es Diane Lane, dueña y señora, una actriz a la que nunca tomé en serio, hasta hoy. Su actuación es de las mejores de la era Covid-19 sin hacer nada más que ser natural, rabiosamente natural, honesta y comprometida, tanto que no hubiese sido ningún disparate nominarla al Oscar. Su crecimiento es espectacular, se nota que quién escribió esto estaba enamorado del personaje. A su nivel sólo está el huracán Manville, ya que el resto de personajes poco aportan, ahí falla la película. La británica consigue arrebatarle el protagonismo en algunas ocasiones, aunque sólo sea de forma momentánea, con un personaje que homenajea descaradamente a la Meryl Streep de "Agosto" (peluca, cigarrillo, parloteos y hasta posición en la cena familiar mediante), tan pasado de vueltas, tan divertido y aterrador al mismo tiempo.

A veces, la película, como este último personaje, se pasa de vueltas y el espectador debe realizar un ejercicio de indulgencia, pero esas ocasiones son contadas y para nada contaminan un conjunto verdaderamente sólido y digno de ser visto, a poder ser en pantalla grande porque esto es cine del bueno.