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Voto de Miquel:
7
6.6
913
Drama. Romance
Serafina Delle Rose (Anna Magnani), una apasionada mujer de origen siciliano que vive en una población sureña, vive entregada al recuerdo y a la fidelidad de su marido, muerto a manos de un policía. Pero un día conoce a un rudo camionero (Burt Lancaster) y su vida empieza a cambiar. En su primera película en Hollywood, Anna Magnani se llevó el Oscar a la mejor actriz. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2011
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Daniel Mann (1912-1991) a partir de la obra de teatro de Tennessee Williams “The Rose Tattoo” (1950), adaptada por Hal Kanter. Se rueda en la isla o cayo Key West (Florida) y en los Paramount Studios (L.A., CA). Nominado a 8 Oscar, gana 3 (actriz, fotografía y dirección artística). Producido por Hal B. Wallis para Paramount Pictures, se proyecta por primera vez en público en sesión de preestreno el 12-XII-1955 (NYC, NY).
La acción transcurre en una pequeña localidad de Florida, ubicada junto al mar, en una barriada marcada por la pobreza, la ausencia de servicios públicos, el primitivismo de las gentes y la marginalidad. La protagonista, Serafina Delle Rose (Magnani) idolatra al marido, trabaja en casa como modista de la vecindad y profesa concepciones sobre la moral, las costumbres, la religión, las relaciones familiares y el papel de la mujer en la casa, saturadas de convencionalismos y viejos prejuicios, que limitan sus habilidades y la hunden en la soledad, la represión y la desesperación.
Resulta interesante la descripción que se hace el ambiente que reina en el profundo Sur de EEUU en los años 40 y primeros 50. El peso de concepciones arraigadas y sacralizadas que coartan la libertad de las personas, las someten a un control social opresivo e hipócrita, justifican las prácticas de la doble moral y consagran el dirigismo religioso, queda plasmado con eficacia y de modo que conmueve e inquieta al espectador.
La interpretación de Anna Magnani es apasionada y gestual, como corresponde a un personaje siciliano. En la escena de la sala de fiestas se dejan ver T. Williams y Hal Wallis. Es curioso que al personaje más presente en la obra, Rosario Delle Rose, marido de Serafina, sólo se le vea de espaldas o en la lejanía. Nunca se le ve el rostro. De ese modo adquiere una dimensión espectral que previene sobre el alcance y la trascendencia de su papel dentro del relato. Sobre este personaje, el espectador sabe desde el comienzo más cosas que la esposa por motivos concretos e intencionados, que se relacionan con la interacción que se da entre el público y la figura de Serafina.
El relato hace uso frecuente del contraste para dar relieve a las situaciones y a las incidencias de la acción. Mediante la yuxtaposición de planos, escenas y personajes contradictorios, el film dice más cosas de las que se manifiestan en los diálogos y las palabras. En este sentido aportan significación y profundidad dramática las divergencias entre la madre y la hija, la contraposición de la casa familiar y la sala de fiestas del “Mardi Gras Club”, el templo católico extremadamente aseado y ordenado frente al aspecto de abandono y suciedad de los espacios de la vecindad que rodea la casa de Serafina, etc.
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La acción transcurre en una pequeña localidad de Florida, ubicada junto al mar, en una barriada marcada por la pobreza, la ausencia de servicios públicos, el primitivismo de las gentes y la marginalidad. La protagonista, Serafina Delle Rose (Magnani) idolatra al marido, trabaja en casa como modista de la vecindad y profesa concepciones sobre la moral, las costumbres, la religión, las relaciones familiares y el papel de la mujer en la casa, saturadas de convencionalismos y viejos prejuicios, que limitan sus habilidades y la hunden en la soledad, la represión y la desesperación.
Resulta interesante la descripción que se hace el ambiente que reina en el profundo Sur de EEUU en los años 40 y primeros 50. El peso de concepciones arraigadas y sacralizadas que coartan la libertad de las personas, las someten a un control social opresivo e hipócrita, justifican las prácticas de la doble moral y consagran el dirigismo religioso, queda plasmado con eficacia y de modo que conmueve e inquieta al espectador.
La interpretación de Anna Magnani es apasionada y gestual, como corresponde a un personaje siciliano. En la escena de la sala de fiestas se dejan ver T. Williams y Hal Wallis. Es curioso que al personaje más presente en la obra, Rosario Delle Rose, marido de Serafina, sólo se le vea de espaldas o en la lejanía. Nunca se le ve el rostro. De ese modo adquiere una dimensión espectral que previene sobre el alcance y la trascendencia de su papel dentro del relato. Sobre este personaje, el espectador sabe desde el comienzo más cosas que la esposa por motivos concretos e intencionados, que se relacionan con la interacción que se da entre el público y la figura de Serafina.
El relato hace uso frecuente del contraste para dar relieve a las situaciones y a las incidencias de la acción. Mediante la yuxtaposición de planos, escenas y personajes contradictorios, el film dice más cosas de las que se manifiestan en los diálogos y las palabras. En este sentido aportan significación y profundidad dramática las divergencias entre la madre y la hija, la contraposición de la casa familiar y la sala de fiestas del “Mardi Gras Club”, el templo católico extremadamente aseado y ordenado frente al aspecto de abandono y suciedad de los espacios de la vecindad que rodea la casa de Serafina, etc.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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Conviene destacar, además, el uso de símbolos e iconos, habituales en T. Williams, que en el presente caso se concretan en los tatuajes de la rosa, la imagen de la Inmaculada, la camisa de raso color de rosa, las continuas fugas de la cabra de la vecina, el descuido en el vestir de Serafina, los corsés de ésta y otros.
La fotografía de James Wong Howe, de un expresivo B/N, envuelve la historia en un contexto de luces atenuadas, abundantes manchas negras, algunas sombras fantasmales y escenas nocturnas en las que el color potencia el sentido opresivo e incómodo de la acción. Algo parecido ocurre con el ritmo entrecortado y desigual de la primera parte del film, destinado a provocar en el público sentimientos de incomodidad y rechazo de ideas, actitudes y algunas personas-símbolo. El trabajo de cámara, preciso y contenido, subraya el patetismo del discurso general, en especial de algunos de sus pasajes. La banda sonora corre a cargo del siempre brillante Alex North, que acierta en esta ocasión con la inserción de canciones profundamente melancólicas, como “The Rose Tattoo” y “Como la rosa”, ésta cantada por Rosa. Ofrece fragmentos descriptivos y bailables, no exentos de cierta ironía, de “El jeque árabe” y son magníficamente tristes los cortes de “Out of Nowhere”, a los que el film, en mi opinión, debe más de lo que parece.
Conviene destacar, además, el uso de símbolos e iconos, habituales en T. Williams, que en el presente caso se concretan en los tatuajes de la rosa, la imagen de la Inmaculada, la camisa de raso color de rosa, las continuas fugas de la cabra de la vecina, el descuido en el vestir de Serafina, los corsés de ésta y otros.
La fotografía de James Wong Howe, de un expresivo B/N, envuelve la historia en un contexto de luces atenuadas, abundantes manchas negras, algunas sombras fantasmales y escenas nocturnas en las que el color potencia el sentido opresivo e incómodo de la acción. Algo parecido ocurre con el ritmo entrecortado y desigual de la primera parte del film, destinado a provocar en el público sentimientos de incomodidad y rechazo de ideas, actitudes y algunas personas-símbolo. El trabajo de cámara, preciso y contenido, subraya el patetismo del discurso general, en especial de algunos de sus pasajes. La banda sonora corre a cargo del siempre brillante Alex North, que acierta en esta ocasión con la inserción de canciones profundamente melancólicas, como “The Rose Tattoo” y “Como la rosa”, ésta cantada por Rosa. Ofrece fragmentos descriptivos y bailables, no exentos de cierta ironía, de “El jeque árabe” y son magníficamente tristes los cortes de “Out of Nowhere”, a los que el film, en mi opinión, debe más de lo que parece.