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Voto de Palasaca:
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Ciencia ficción
En un futuro cercano, una familia de militares decide tomar parte en un revolucionario experimento de evolución genética y exploración espacial que trata de acelerar el desarrollo genético del ser humano con un objetivo: poder relocalizar a la humanidad en otro planeta y así evitar su extinción. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2021
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro subproducto de supuesta ciencia-ficción a mayor ¿gloria? del “fondo de armario” las plataformas de streaming y cuyo argumento y desarrollo (estamos en 2048, el mundo -como no- se acaba y única solución que se encuentra es tratar de encontrar otro hogar a la Humanidad en el Sistema Solar) provoca vergüenza ajena. Rodada en las Islas Canarias, esta producción contó con el apoyo material del ejército español, pero ello no la salvó del ridículo.
El resto, en el spoiler, que no quiero que nadie diga que le reviento el disfrute de esta “maravilla” del Séptimo Arte. Que conste que quedan avisados y el que avisa no es traidor. Corran a verla en Amazon (no sé si seguirá en Netflix) y échense unas risas a mi salud.
El resto, en el spoiler, que no quiero que nadie diga que le reviento el disfrute de esta “maravilla” del Séptimo Arte. Que conste que quedan avisados y el que avisa no es traidor. Corran a verla en Amazon (no sé si seguirá en Netflix) y échense unas risas a mi salud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Veamos... Como decía arriba, estamos en 2048 y el mundo se va al carajo de la mano de uno de esos Apocalipsis demográfico-climático-alimenticios que tanto les pone a los anglosajones. Va a cascar casi todo Dios, así que hay que salvaguardar lo que se pueda de la Humanidad poniendo pies en polvorosa abandonando un planeta moribundo para dirigirse a... ¿grandes ciudades espaciales? ¿colonias en Marte? No. ¡A Titán!
¿Y cómo han elegido ese satélite de Saturno, a 1.200 millones de kilómetros del Sol y a varios años de viaje? Pues, básicamente, porque el guionista ha leído en Google que en esa luna hay atmósfera espesita (sin oxígeno, con nubes de hidrocarburos, con un 95% de nitrógeno y un 5% de metano, es decir, absolutamente irrespirable) y lagos (de metano). El otro detallito sin importancia es que la temperatura media es de 180º bajo cero, pero oye, eso lo arreglas con una estufa... Lo importante es que hay nitrógeno en la atmósfera (porque claro, con el nitrógeno puedes hacer fertilizante, aunque la superficie esté cubierta de compuestos orgánicos y de rocas de hielo de agua, así que ya me dirá el guionista de dónde piensa sacar el sustrato para sembrar patatas y judías, pero bueno, no nos pongamos exquisitos, que la mayoría de los espectadores suspendieron física y química en el instituto).
El caso es que el guionista, evidentemente bajo los efectos de una ingesta masiva de monóxido de dinitrógeno (vamos, el óxido nitroso de toda la vida, también conocido como “gas de la risa” o N2O), considera que, en esa situación catastrófica de Fin de los Tiempos, tiene todo el sentido del mundo embarcarse no en el desarrollo de tecnologías que ayuden a la Humanidad a adaptarse a la nueva realidad terrestre, a colonizar el desierto australiano o a construir estaciones orbitales como las descritas por Gerard O’Neill para alojar a cientos de miles de personas en el espacio, sino invertir recursos ingentes en modificar genéticamente a UN ser humano para adaptarlo al entorno de Titán... Con dos huevos. Un plan sin fisuras, desde luego.
Total, que empiezan el “programa científico” con un grupo de voluntarios (¡con familia!) de los que solo quedará uno y que tiene lugar en una base de la OTAN en Canarias controlada por el ejército español pero luciendo equipo militar del 2010 (esa es otra, sabemos que estamos en 2048 pero solo por que lo dicen al principio, el año podría ser 1998 o 2004 y no notaríamos la diferencia). Como es de suponer, el proyecto se desmanda, muere gente sin saber por qué y a Worthington me lo convierten en una salamandra bípeda, aunque después de todo termina felizmente solo en Titán, sobrevolando los lagos de metano con sus alas membranosas y alimentándose de... ah, no, que esto no lo explican, se ve que se llevó provisiones... mientras, su orgullosa familia se ha quedado en una Tierra donde el Fin del Mundo parece haberse retrasado.
En fin, absurdo todo.
¿Y cómo han elegido ese satélite de Saturno, a 1.200 millones de kilómetros del Sol y a varios años de viaje? Pues, básicamente, porque el guionista ha leído en Google que en esa luna hay atmósfera espesita (sin oxígeno, con nubes de hidrocarburos, con un 95% de nitrógeno y un 5% de metano, es decir, absolutamente irrespirable) y lagos (de metano). El otro detallito sin importancia es que la temperatura media es de 180º bajo cero, pero oye, eso lo arreglas con una estufa... Lo importante es que hay nitrógeno en la atmósfera (porque claro, con el nitrógeno puedes hacer fertilizante, aunque la superficie esté cubierta de compuestos orgánicos y de rocas de hielo de agua, así que ya me dirá el guionista de dónde piensa sacar el sustrato para sembrar patatas y judías, pero bueno, no nos pongamos exquisitos, que la mayoría de los espectadores suspendieron física y química en el instituto).
El caso es que el guionista, evidentemente bajo los efectos de una ingesta masiva de monóxido de dinitrógeno (vamos, el óxido nitroso de toda la vida, también conocido como “gas de la risa” o N2O), considera que, en esa situación catastrófica de Fin de los Tiempos, tiene todo el sentido del mundo embarcarse no en el desarrollo de tecnologías que ayuden a la Humanidad a adaptarse a la nueva realidad terrestre, a colonizar el desierto australiano o a construir estaciones orbitales como las descritas por Gerard O’Neill para alojar a cientos de miles de personas en el espacio, sino invertir recursos ingentes en modificar genéticamente a UN ser humano para adaptarlo al entorno de Titán... Con dos huevos. Un plan sin fisuras, desde luego.
Total, que empiezan el “programa científico” con un grupo de voluntarios (¡con familia!) de los que solo quedará uno y que tiene lugar en una base de la OTAN en Canarias controlada por el ejército español pero luciendo equipo militar del 2010 (esa es otra, sabemos que estamos en 2048 pero solo por que lo dicen al principio, el año podría ser 1998 o 2004 y no notaríamos la diferencia). Como es de suponer, el proyecto se desmanda, muere gente sin saber por qué y a Worthington me lo convierten en una salamandra bípeda, aunque después de todo termina felizmente solo en Titán, sobrevolando los lagos de metano con sus alas membranosas y alimentándose de... ah, no, que esto no lo explican, se ve que se llevó provisiones... mientras, su orgullosa familia se ha quedado en una Tierra donde el Fin del Mundo parece haberse retrasado.
En fin, absurdo todo.