LA PRINCESA (2022) no trata de engañar a nadie, ni de trasmitir ningún mensaje profundo (fuera de que sería conveniente de que en los institutos se dieran clases de defensa personal a las alumnas por si es necesario poner en su lugar a algún besugo, porque soy firme partidario de las virtudes pedagógicas de una buena torta dada en el momento oportuno), ni de sentar cátedra, ni de contar una historia motivadora, ni nada por el estilo: es entretenimiento puro y duro en plan "La jungla de cristal" (1988) pero con aguerrida moza medieval en lugar de policía americano.

Así que si quieren pasar un buen rato viendo espadazos, peleas a lo burro (pero muy bien coreografiadas), saltos imposibles y escabechinas sangrientas varias dentro de un espacio muy limitado (la película se desarrolla principalmente dentro de un enorme torreón que parece sacado de un videojuego de plataformas), disfrutando por disfrutar de una peli entretenida con un refresco y unas palomitas en la mano en una tórrida noche veraniega, no lo duden, esta es su película. Le pongo un 6 por lo bien que cumple con ese objetivo.

Pero no le pidan más de lo que puede dar. Bastante hace la protagonista, Joey King, con mostrar sus aptitudes físicas y la ucraniana Olga Kurylenko con recordarnos a todos lo guapa que es (por cierto, el látigo es una chulada, voy a ver si lo encuentro en Amazon o en Aliexpress).