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España España · Palma de Mallorca
Voto de Innisfree:
8
Drama Frank Galvin (Paul Newman), un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital y del que Galvin se había ocupado. No es nada fácil para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando ... [+]
11 de diciembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Galvin es un antihéroe francamente atractivo, cosa que no viene únicamente dada por estar interpretado por un Paul Newman entrado en años, pero que mantiene esa penetrante mirada azul que, en fin, me lleva loco. Aquello que lo convierte en alguien tan magnético es que es un fracasado de pelo cano, cosa que no suele verse. Todos los fracasados cinematográficos cuentan con 30 o 40 años, pero uno que roza o se asienta cómodamente en sus 60 es algo que solo hemos visto en los Quijotes de la vida y nunca representada de forma tan punzante y realista como en "The Veredict".

Galvin es, básicamente, un alcohólico funcional —aunque no siempre—, que reparte tarjetas de empresa en funerales en los que ni conoce al muerto ni a la familia y que no ha tenido un caso bueno desde su divorcio. A su manera, es el Virgilio perfecto para llevarnos por los aros que conforman el infecto mundo de la legislación norteamericana, sus corruptelas, triquiñuelas y caciques, y todo el universo tan explorado —pero que nunca deja de provocar retortijones— de las dinámicas sociales entre ricos y pobres. Esos contrastes entre los gabinetes de abogados: los defensores tienen el mundo a sus pies, los demandantes tienen que buscarse las castañas así como pueden. Sobre papel, no hay nada que no hayamos visto ya en otros tantos dramas judiciales, pero es ese enfoque crítico, sucio y tan privado de glamour que nos propone Lumet, quien vuelve al mundo de los dramas judiciales tras lo que parecen ser 25 años desde su prácticamente insuperable "12 Angry Men". Es en ese apartamento con humedades, en ese despacho en un edificio alejado de la mano de Dios, en esos antros que frecuenta Gavin. Son en esos espacios donde se configura la verdadera ontología que hace de "The Veredict" un producto verdaderamente especial, casi 'rara avis'.

El final es una nota positiva, quizá algo traicionera para el tono general que presentaba la película. Sin embargo, y aunque me saque levemente de la experiencia holística deprimente que supone su visionado, no puedo hacer otra cosa que asentir ante lo que presenta Lumet. Un final triste hubiese funcionado a las mil maravillas con la dinámica derrotista de un tira y afloja que parece cojear siempre del mismo bando, pero habría supuesto una revelación tan descorazonadora que habría sumido al espectador en un letargo con dos posibles salidas: atacar la película y su mensaje o el darse cuenta de que, en muchas ocasiones, no hay apenas nada que podamos hacer. Lumet rompe con esto y ofrece un rayo de luz, porque el drama judicial tiene que ser un espacio que no entierre las causas sociales, sino que les insufle vida. Su nota optimista me conmueve y ofrece un contraste agradecido con la oscuridad de las dos horas anteriores.
Innisfree
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