Llega el hambre, la miseria y la consiguiente falta de autoestima. Uno enseguida se acostumbra a ser rico, pero acostumbrarse a ser pobre es otro cantar. A Hurtswood le mata no poder darle a Carrie todo lo que se merece y está acaba dejándolo consciente de que ella es un lastre con el que él nunca podrá salir de nuevo a flote. No se da cuenta de que es todo lo contrario, ella es a la único a lo que él se puede agarrar ¿Qué le queda sino después de dejar su trabajo y a su familia? Pensar que jugo una baza equivocada es lo único que no puede hacer si quiere permanecer vivo.

Carrie, ya convertida en una pequeña estrella del teatro de variedades, se da cuenta de que le ha jodido la vida e intenta encontrarle, pero ya es demasiado tarde….

Impresionante escena final, con una sutileza en el trato de los sentimientos sólo a la altura del maestro Wyler.

*(Pauline Kael,. “5001 nights of the movies”)