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Voto de Goliath:
6
5 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el momento que uno se decide a ver una película de Alex de la Iglesia, ya sabe más o menos de qué va a ir la historia. Lo desmesurado, grotesco, exagerado y burdo en éste director es como el adulterio en Woody Allen. Una fija y de cajón. Y al igual que con Woody Allen: te gusta o no te gusta, punto. A mi me gustan ambos.
La película transcurre en tres niveles: tres momentos en esa especie de descenso al infierno que plantea el director: Bar, sótano, alcantarilla.
Es curioso ver como todo en la película también baja el nivel a medida que descienden los personajes. Una muy buena 1ra parte con momentos de incertidumbre, tensión y acertadas actuaciones. Una 2da parte que comienza a acusar el mismo cansancio que tienen los personajes de estar en el Bar, delirios y divagues dignos de Alex donde uno nunca sabe quien es quien realmente y a lo que es capaz de llegar por su propio interés, en éste caso, nada más y nada menos que su supervivencia. Un 3er y último "acto" que es digno de alcantarilla: el olor, la consistencia, la poca ropa, las ratas y las actuaciones ya completamente desgastadas e inexpresivas. Excepción a Mario Casas que es un fenómeno. La estética visual y el arte impecable como siempre.
Seguí así Alex.
La película transcurre en tres niveles: tres momentos en esa especie de descenso al infierno que plantea el director: Bar, sótano, alcantarilla.
Es curioso ver como todo en la película también baja el nivel a medida que descienden los personajes. Una muy buena 1ra parte con momentos de incertidumbre, tensión y acertadas actuaciones. Una 2da parte que comienza a acusar el mismo cansancio que tienen los personajes de estar en el Bar, delirios y divagues dignos de Alex donde uno nunca sabe quien es quien realmente y a lo que es capaz de llegar por su propio interés, en éste caso, nada más y nada menos que su supervivencia. Un 3er y último "acto" que es digno de alcantarilla: el olor, la consistencia, la poca ropa, las ratas y las actuaciones ya completamente desgastadas e inexpresivas. Excepción a Mario Casas que es un fenómeno. La estética visual y el arte impecable como siempre.
Seguí así Alex.