Vidas rutinarias que deciden ambular, un millón que deja atrás a un hogar en debacle con una fresca ejecución donde todo tiene su razón, tiene la actitud y el tacto de cómo tratar la vida, un clásico habitual sobre un terco que hace abrir ojos, una desorientación que carga de humor responsable, medido y hasta agresivo, ese carácter de aquellos a los que no les importa borrarse del mapa y que sin embargo se ven involucrados en la gran fuerza de la vida mientras dibuja un camino a la perdición y el arrepentimiento, de ahí se establecen unos complicados lazos hasta ser la comidilla del pueblo natal.

Un lío de fuerte coherencia, a la vez dibuja el final y descubre raíces con un propósito arraigado que colecciona detalles de una humanidad dividida entre el bien y el mal... y la cerveza... una familia de pocas palabras pero una película de gran definición, cuentas pendientes y buitres del tesoro redondean una triste comedia que parece abandonar lo picante, pero Nebraska es un destino para no perder la cordura o al menos para mantenerla, que no se acomoda en lo convencional ni se deja querer por los sentimentalismos baratos.

Una historia de fuerza desproporcionada con una gorra como símbolo de una enfermedad degenerativa personal, pero que representa a toda una sociedad actual que se cree todo lo que le dice la gente y los medios, pero ahí queda ese fantástico e histórico paseo en camioneta, una lección de cine, una secuencia sencilla dotada de gran pasión que facilita el contacto con aquellos a los que la razón parece abandonarlos, y de esos conocemos todos a uno, eso unido a las grandes actuaciones y no sólo del protagonista, la pone en cabeza de los grandes premios.