La idea de plasmar emociones en un paseo se debía a si misma otra oportunidad, aunque esta vez no fuera tan casual ni improvisada, la búsqueda del escritor mantiene su magia, avanza en una mezcla de ficción y experiencia con respecto a las inquietudes juveniles de Viena, el artista y la ecologista presentan un cuestionario maduro sobre lo realizado y acaban charlando sobre el mundo, el resultado es la sumersión en una conversación algo más plana y alargada, pero que igualmente abre sus mentes y corazones y, en algún punto, hacen partícipe al espectador.

Esta cita es interesante, no inquietante, comienzan a envejecer y con ello a ver sus vidas truncadas, se puede apreciar como sus ideales han sufrido un proceso, qué es el deseo y qué la felicidad, abiertos a todo, pero sin muchas salidas, el paseo supone un análisis de reacciones con la esencia de sus propias relaciones en el juego, tienen mucha personalidad y se comunican como probablemente nunca se haga en la realidad, están asentados pero necesitan una escapada, muchas películas se basan en esos breves encuentros para además añadir el factor limitante del tiempo.

Saca lo mejor de cada uno para darle la importancia que tuvo aquella noche, el amor, la cama, ahora ya son patéticos, siguen confundidos pero por otras razones, se amargan ante sus dudas que esta vez ya tienen el peso de las obligaciones, el romanticismo dio paso al agobio sin que se acepten en el fondo, un libro para remover y para volver a sentir, vidas absorbidas y reducidas a una noche de amor, la realidad es que se encuentran a tiempo, pero, quién tiene valor?... un pequeño vals, ahora es otra época después de nueve años.