La rotatoria se pone en marcha de manera eléctrica en busca de un titular, el ritmo que de Wilder es el de la velocidad de impresión sobre una sátira no sólo de la prensa, sino de la sociedad y la política, la convivencia en torno a una ejecución que juega con el ventajismo y la transgiversación a su puro estilo, una sátira que le saca partido a la orca por encima del hambre o de otros grandes problemas de la humanidad y una fórmula que ya se empleó en anteriores comedias y sinónimo de triunfo y de espectáculo, pero que además añade una buena capacidad para sorprender al espectador.

Se masca la edición extra del éxito con cada acontecimiento, lo que tiene mayor gancho es lo inventado, pero lo que va sucediendo supera a la ficción, y es que los medios se empeñan en contar las cosas a su modo, cuando la casualidad de la realidad es la mejor noticia, luego añade esa historia de retirarse y un tren del amor de medianoche hacia Philadelphia para que el teatro de la falsedad se cierre, no se trata de una historia oscura ni enfermiza, pero encuentra la maldad de la profesión en sus juegos de palabras y estrategias bajas, son canallas que hacen pasar un buen rato en una trampa convincente e irresponsable, y demasiado exagerada.

Una panda de vagos y nuevos personajes que introducen en la política y el sistema judicial, una celebración de un suceso penal sólo se puede tomar con humor, falsos sentimientos sin moralidad, quizás los personajes nunca llegan a ser humanos, ni tampoco es una denuncia tal cual, más bien cuestiona y dota de mala fama con sarcasmo hasta llegar a una conspiración anárquica de la que no sabe sacarle todo el jugo a eso del año de elecciones, la imagen de la víctima en sí ya da para analizar la psicología del resto de personajes en un alboroto donde se van saltando diferentes noticias.

El desarrollo tiende al caos y mucho ruido, la fuga es inútil pero necesaria para enlazar un despliegue explícito, la película retrata una desafortuna y vive de la desconfianza de unos ineptos en medio de una evasión que les hace sentir a todos ahorcados, poco sobre la ley seca y un indulto que es la clave y realmente tiene poca invención, pero hay que quedarse con el juego de teléfonos y la futura señora que huele a orquídeas de las Bahamas, no todo hace gracia, pero sin dudas que Wilder sabe montar otro soberano lio, un enredo de imprevistos sobre una noticia que supone un trébol de cuatro hojas, todo huele a chamusquina en un juego de pillo a pillo que va muy lejos hasta cambiar la primera plana para siempre.