Una historia sencilla e incluso ya vista, consecuencia del fatal desenlace de la lucha entre humanos y máquinas, pero que ofrece un espectáculo visual post-apocalíptico novedoso de un mundo en ruinas, habitado por nuevos seres con energía propia y con unos riesgos de metal que llegan al nivel de terror, unos seres con sus convivencias y sus reglas en una intriga que es destacable por dos razones: la primera porque el director parte de un corto pero no lo edulcora demasiado con escenas que no conducen a nada, todos sabemos que cintas como estas pueden tener mayor duración...; y la segunda porque el secreto de los seres creados, de la fuente y el origen de la bestia o de la máquina se van revelando poco a poco, el porqué los persiguen y de donde vienen llega a traer de cabeza por simple que parezca, el espectador está toda la película buscando respuestas a lo uno y lo otro, aparte de que introduce algún giro de nivel o que la cinta está plagada de detalles dignos de una imaginación poderosa.

Las consecuencias de la ciencia negra, de las últimas tecnologías al servicio de los humanos, los egoístas y ambiciosos humanos, quedan totalmente reflejados en el científico, el nexo entre un mundo y otro, un personaje simbólico sobre las dos caras de los humanos, o quizás tantas caras como números (o máquinas)..., para ir descubriendo los secretos de unos personajes numéricos que puede ser que tengan unas personalidades exageradas, pero que llegan a tener carisma y simpatía a su modo, también es verdad que puede resultar infantil por momentos, pero las escenas de acción son espectaculares con mayúsculas y hay que destacar, aparte de la técnica, que todo tiene respuesta y eso ya es mucho decir.