Que José Luis Garci es un director diferente está claro. Que su cine puede resultar acartonado, cursi, apolillado y rancio, también. Pero que es uno de los pocos directores fiel a su estilo y que da oportunidades a actores que ningún otro director español daría, también es muy cierto. ¿Quién, sino él, ha mimado a una actriz tan limitada como Elsa Pataky? ¿Quién, sino él, ha dado la oportunidad a actores carne de la televisión como un Eduardo Gómez, un Francis Lorenzo, una María Adánez, una Luisa Martín, un Jorge Roelo o una Beatriz Rico? ¿Quién, sino él, ha devuelto la vida, cinematográficamente hablando, a actores como Manuel Galiana, Manuel Zarzo, Enrique Villén, Carlos Larrañaga, Santiago Ramos, Manuel Andrés López, Miguel Rellán, una María Asquerino o un Fernando Guillén Cuervo? ¿ Quién, sino él, ha vuelto a confiar en un recuperado Andrés Pajares? ¿Quién, sino él, ha congregado a lo mejorcito de nuestro cine ya desparecido como son Alfredo Landa, Fernando Fernan Gómez o Agustín González? ¿Quién, sino él, no le ha dado su último trabajo en el cine a un mito de nuestra historia cinematográfica como es la increíble Aurora Bautista? Por todo ello, y por traernos esta visión un Madrid en los años 50, no puedo dejar de puntuar como interesante esta película.