Hace un par de años, mi amiga Nadia, de México, me comentaba que le gustaba mucho el cine español y me preguntaba si había visto esta película. Al decirle que no, ella no dudó en recomendarla y yo le prometí que la vería. Finalmente, lo he hecho, siempre con mi amiga en la cabeza para intentar entender qué es lo que ella había encontrado en esta película que la hiciera tan especial. Y es que hay que reconocer que la película lo es. Quien vaya con la idea de encontrar una película de fácil argumento y desarrollo se va dar un buen batacazo. Médem nunca me ha motivado a ver su cine, ya que siempre había escuchado comentarios sobre lo enrevesado de sus argumentos y lo diferente de su cine, no apto para todos los paladares. Por mi amiga, y por curiosidad, vi esta película y, la verdad, dejando los prejuicios aparte y no permitiendo que las escenas de sexo nublen la vista, la película es un bonito cuento, cargado al final de positivismo. Entiendo que Paz Vega llamara la atención de los Goya ese año. La actriz sevillana estaba casi empezando en esto de la actuación y el papel que le toca aquí no es de los fáciles. A mí Paz Vega nunca me ha llegado, su acento andaluz al que se ve que con dificultad ella intenta modificar para vocalizar correctamente, le quita precisamente la naturalidad y frescura que debería de tener al decir sus frases, pero la actriz consigue mejorar en el tramo final de la película. Antes de ponerse tetas, casarse con su mulato, tener sus tres hijos y probar las Américas, la actriz se convertiría aquí en Lucía, camarera de restaurante, enamorada hasta las trancas de Lorenzo, un escritor en crisis creativa y Vega no tiene pudor en mostrar su cuerpo, cosa que se haría algo totalmente normal en el resto de sus películas españolas. Lorenzo está encarnado por un actor algo deslucido como es Tristán Ulloa, actor que no me llega, soso y de lo más flojito de la película. Otra que no duda en mostrar su cuerpo es la preciosa Elena Anaya, lo mejor de la película junto con la mujer de la voz susurrante, Najwa Nimri. Anaya está perfecta como chica calenturienta y la Nimri protagoniza uno de los momentos más emotivos de la película en su reencuentro con Ulloa. Daniel Freire está guapísimo y Javier Cámara ridículo con ese look tan poco favorecedor. Las localizaciones en Formentera dan ganas de irse de inmediato para allá y pasar unos días alejada de todo.