A Richard Quine se le dieron bien las comedias musicales, y con esta Pushover demuestra su capacidad también con el cine negro porque consigue un film de atracción irresistible para los fan de este género. Las secuencias iniciales con ese tanteo de flirteo de altas cotas de sugestión en lentas imágenes marcan la salida prometedora para un buen argumento, y no falla.

Pushover, la casa número 322, tiene validez por sí sola sin necesidad de nombrar más obras del estilo. Todos los personajes tienen un poso melancólico que dan vida al ambiente. Fred MacMurray tiene pinta de tipejo antipático y hay que ver cómo se porta con su compañero a punto del retiro. El tercero, tuvo una infancia feliz. Ahí está el planteamiento que dirimirá los caminos a tomar en esta fantástica película. Los tres a la captura de un atracador de bancos utilizando el cebo de un mujer.

La placa es la placa, pero la tentación a todo o nada es un proyecto de vida que requiere jugárselo a una carta. Maravillosa película, negra como la noche, rodada de noche, en noches intrigantes y con muchos ojos. No soy mirón, pero vigilo como nadie la buena maquinación nocturna. Espío a Kim, y no tengo placa. Estaría toda la noche vigilando con ojos como platos.