Entrañable vecino el que toca el violín en el tejado. Este es un musical sensible y tierno, y hasta ahí, el resto está bien sin más, comunidad pintoresca para recordar. El lechero con sus sueños, sueña mientras canta, baila kasachov con el vecino y mientras bebe como un cosaco. Todos cantan y bailan, se les ven felices y nos hacen soñar a nosotros también y participar con ellos en ese buen humor; otros pueblos de tierras muy lejanas. Sueñan sus hijas con el amor, la mayor de ellas está enamorada del judío equivocado, porque es un judío pobre. El incipiente amor, la música y el aspecto religioso de los judíos forman el espíritu de esta gente de buen corazón. La gente de buen corazón se apaña si no hay, o con lo que hay, pero si hubiera, habría para todos; y nunca nunca nunca habría envidias ni resentimientos.

No obstante el lechero en las próximas elecciones votará a su vaca, que necesita votos para seguir dando leche a los suyos. El lechero también sueña con un chalet y vivir como un burgués destacado pero en vez de piscina y garita de Guardia Civil (para que no se lo okupen; que ocupen otros, ¿verdad?) lo llenaría de gallinas, ocas y guarros para que vieran los demás lo importante que es. Si yo fuera rico… me compraría un borrico.