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España España · Desciudadana
Voto de Blasfuemia:
4
Drama Galicia, años 40. Al mismo tiempo que sortea los rigores de la posguerra, Elena (Verdú) y su hijo Lorenzo (Roger Princep) mantienen las apariencias para ocultar los secretos de la familia: Elenita (Irene Escolar), la hija adolescente, se ha fugado embarazada con su novio Lalo (Martín Rivas), un joven fichado por la policía; y su marido (Javier Cámara) vive oculto en un hueco practicado en el dormitorio matrimonial. Por si fuera poco, la ... [+]
25 de enero de 2009
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me molesta que se rueden películas sobre la Guerra Civil. Es más que seguro que hay miles de historias anónimas que se desarrollaron en esa guerra (en cualquier guerra) y que serían dignísimas candidatas a ser llevadas a la pantalla grande sin perder por ello ni un ápice de sorpresa ni de capacidad para conmovernos o maravillarnos.

Aunque sea un tema trillado, mi convencimiento es que se pueden contar muchas cosas aún. Pero desde luego, no ha sido en esta película. Es el riesgo de acudir a contar algo sucedido en la Guerra Civil: o das una vuelta de tuerca espectacular, sorprendes con algo enternecedor y mágico, descubres una pincelada diferente a lo ya contado… o al menos intentas hacer algo digno, que mantenga una solidez aunque cuentes algo ya contado y masticado y vuelto a contar.

No es el caso de “Los girasoles ciegos”. Cuerda (y por ser él quizás es más decepcionante) coge unos cuantos clichés y estereotipos, intenta coserlos para contar una historia y le sale algo desangelado, frío y que no transmite. Porque el guión es flojo, los personajes débiles y malamente construidos, la historia mal contada y la película una decepción. Una adaptación decepcionante del libro, cuya historia se desmorona al llevarla a la gran pantalla, derrumbándose como un girasol en la noche.

Me cuesta entender que se haya pretendido que esta película fuera nuestra candidata para los Oscar. No he visto “Sangre de mayo” (pero es de Garci, como si la hubiera visto entonces), y sin ser un peliculón, “Siete mesas de billar francés” es muchísimo más sólida, cinematográfica y conmovedora (y con grandes actuaciones) que “Los girasoles ciegos”. Así que no, no lo entiendo. O tal vez sí, si todo el proceso de selección de películas candidatas al oscar se contempla desde un punto de vista distinto al puramente cinematográfico.

En cualquier caso, Maribel Verdú nos demuestra que está un momento de gran madurez como actriz (y yo casi diría que como mujer). Javier Cámara cumple, simplemente (y a duras penas); su personaje está muy desdibujado y fatalmente construido. El niño, Roger Princep, desempeña su papel aparentemente sin dificultad. Raúl Arévalo interpreta un personaje difícil, no sé si es por una mala actuación, un mal guión o una mala dirección; probablemente las tres cosas. Es el personaje peor interpretado de la película (hay que ser muy, pero que muy actor para sacar adelante el difícil e incongruente personaje del cura), junto el de Manuel Rivas (Lalo).

En la crítica de “La educación de las hadas” decía que José Luís Cuerda nos debía una. Pues ahora ya son dos.

Salud y cine.
Blasfuemia
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