Pues resulta que hay un almacén en el que viven un montón de extraños monstruos y seres, cual si fuera el club de "una panda de pillos". Eso sí, de los agradecidos de ver, de los que están hechos de goma y untados de grasa (esto es lo que le da realismo a la película), además el diseñador de vestuario es Joseph Porro, siempre agradecido de ver en los créditos. Si a esto le añadimos un montón de chicos de instituto ebrios e inconscientes (y de venticinco años), y alguna teta, ya tenemos los ingredientes para nuestro slasher múltiple.

La acción tarda bastante en arrancar, esceptuando los cinco primeros minutos, la historia no entra en harina hasta pasados cuarenta minutos de metraje. Básicamente la chica que escapa del primer ataque se convierte en el objetivo de la panda del moco que no dudará en perseguirla al trote cochinero, no sea que la vayan a atrapar.

No te centres en sacar fallos a los diálogos, en un par de frasecitas se resuelven las situaciones, ni de trama, ya que no tiene coherencia alguna, pero bueno, esta película está hecha para disfrutar de su aroma a serie B. No le falta de nada: frases absurdas, el baile de fin de curso... cualquier tópico del slasher y de películas de instituto.

Te gustará si te gusta la serie B, y aún así habrá partes que se te hagan tediosas. Si para ti todo lo que no sea "el Padrino" es basura ni lo intentes.