Empezar una nueva vida es complicado, sobre todo si se parte de un asesinato. De haber cumplido pena por un asesinato.
Jack ya es mayor de edad. Sale de la cárcel tras una condena en su triste infancia. Su error fue juntarse con una mala compañía, con un único amigo que un día le indujo a matar a una niña. ¿Eso fue un error de infancia? ¿Es consciente realmente un niño de 10 años de sus actos? ¿Se le debe juzgar el resto de su vida por ello?
En "Boy A", una película sobre las segundas oportunidades, se muestra cómo evoluciona el personaje de Jack - interpretado por un correctísimo Andrew Garfield - al llegar a la madurez. Su objetivo es comenzar de cero, llevar una vida digna a pesar de que nunca podrá olvidar aquel día de cuando tenía diez años. Aunque se vea obligadoa ocultar su pasado, éste permanecerá siempre en su memoria, persiguiéndole, atormentándole, con el temor de que alguien le reconozca y le repudie. Porque, en el fondo, a la sociedad le resulta complicado perdonar a un asesino.
En la película afloran sentimientos como la soledad, el dolor, la dureza de la vida del introvertido y extraño Jack. Y aunque los actos del pasado se puedan enterrar, siempre habrá alguien que intentará exhumar esos cadáveres.