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España España · Pontevedra
Voto de The Quiet Man:
9
Cine negro. Intriga. Drama Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena ... [+]
25 de enero de 2012
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los elementos que componen este imperecedero thriller son destacables y dignos de elogio: el guión, los diálogos, el montaje, la fotografía, los actores, la dirección, la música… pero sin ánimo de restar mérito a los responsables directos, empezando por Carol Reed hasta el mismo Graham Greene, no hay duda de que sin la participación del perturbador Orson Welles en este proyecto el resultado habría sido distinto, ya que es incuestionable que el film está impregnado de su enérgica personalidad creadora.

La acción transcurre en un peculiar escenario que, gracias a una magnífica y delirante fotografía, acapara su propio e inquietante protagonismo: la antaño imperial y bella Viena, que se nos presenta arrasada y derruida, como un cadáver con sus entrañas a la vista, y donde asistiremos a una memorable secuencia de persecución y acoso por los laberínticos intestinos de la ciudad.

Dejando atrás el relato en sí, la intriga y el misterio que plantea la búsqueda del “tercer” hombre, la película acaba alcanzando una profundidad singular al focalizar la ambigüedad de la condición humana en el personaje de Harry Lime (Orson Welles), cuya filosofía vital es puesta a prueba en las situaciones extremas y miserables que genera la guerra. Es precisamente de la ausencia del propio Harry Lime durante buena parte del metraje, de la que se vale el desarrollo de la narración para ir conociéndolo a través de tres miradas fundamentales: la del aséptico y pragmático Mayor Calloway (Trevor Howard), al que no le interesa la persona sino los atroces e inhumanos actos que ocasiona. La del amigo, primero incrédulo y luego decepcionado, Holly Martins (Joseph Cotten), que acabará por convertirse en el reverso de Harry Lime. Por último, la de la melancólica y apenada amante Anna Schmidt (Alida Valli), encargada de matizar la humanidad del personaje, de evidenciar que no todo es oscuridad en Harry Lime y señalar que quienes crean las circunstancias propicias son también responsables en la posterior aparición del monstruo que llevamos dentro. En toda esta construcción psicológica del personaje de Harry Lime es notoria la intervención directa de Orson Welles; de hecho hay una cierta rememoración al personaje de Charles Foster Kane, película con la que hay un paralelismo significativo: también Joseph Cotten interpreta al amigo de siempre que termina renegando de la amistad.

La película tiene momentos inolvidables: las secuencias que transcurren en las cloacas, el diálogo en la noria, la impresionante aparición de Welles en pantalla; que han sido ensalzados desde el mismo estreno; pero la secuencia final es punto y aparte. Un plano fijo, sin diálogos, que funciona como un pequeño corto que se puede ver independientemente y encierra en sí mismo toda una lección de lírica cinematográfica, captando ese breve instante ilusorio que transcurre entre la obstinada esperanza y su desengaño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Quiet Man
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