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Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Voto de Salvapantallas:
10
Drama América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
28 de diciembre de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una novela nunca se va a comparar a una película. Leer es diferente a visualizar y oír. Se enlazan, y nada más, cuando alguien esta deseoso de ver con sus propios ojos lo leído. Nadie podrá discutir que son diferentes situaciones, por más que esté bien hecha la película en comparación con el libro; la sensación es diferente, el espíritu que embarga no es el mismo y la lejanía de emociones, encontradas o no, nunca podrá tener una visible igualdad. Mario Puzo y Francis Ford Coppola logran lo que parece imposible: un compendio armonioso, cariñoso y amoroso entre dos artes ligadas por la historia y por los sentimientos, más no por lo razón y las ideas crudas y poco hilarantes de la humanidad.

Hablar de esta película es como si uno estuviese haciéndolo en mayúsculas todo el tiempo. Es una creación que trasciende por contenido, por elaboración, por coraje, voluntad y sensación. En una época donde el arte necesitaba algo nuevo, un estallido se produjo. De manos inexpertas pero habidas, de creadores con estilo, con novedad. Uno ve y vuelve a ver el largometraje de tres horas y no se cansa, más bien se envuelve en una historia que reza por la mano cinematográfica de un hombre que sabe donde poner la cámara en cada escena y logra dirigir con una nueva esencia, cambiando el rumbo de una industria que debe agradecerle el atrevimiento con vivas palmas. Añadido al bolsón encontramos a un escritor con agallas, esas que se han ido desvaneciendo con el tiempo, creando un lenguaje etéreo y sinfónico que acompaña la saga de imágenes con libertinaje y majestuosidad.

El disfraz del tiempo no se contrasta con la habilidad de los actores. Hubiese sido difícil excluir de un espectro crítico a Marlon Brando, amo y señor de la cámara, que deja libres a sus hijos, sospechosos de serlo no solo en la ficción sino también en el legado. El muestra una cara de la moneda al principio y al final, una credibilidad que se come la pantalla y con ella al público. Los primogénitos son James Caan, Robert Duvall y Richard Castellano, que saben hacerle alarde con compasión y lo honran con el sinsabor de lo excelente. A Al Pacino lo veremos con vigorosidad más adelante, pero nos deja con inteligencia el sabor que los otros tuvieron que dejar y en las últimas líneas nos muestra un pedacito de lo que viene no solo dos años después sino también durante toda su carrera.

La importancia de los diálogos, la creatividad de la historia, el saber ligar la música, la claridad de las actuaciones y el raciocinio de saber donde filmar y donde encontrar esas imágenes gloriosas que quedan grabadas en la retina junto con lo oscuro del voraz mundo del estilo de cine por excelencia, hacen de esta cinta una obra maestra que será criticada con dureza por ambos lados, pero no será dejada de lado por el tiempo y prevalecerá como la más grande fuente de esencia que el cine necesita.
Salvapantallas
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