Los Croods se estrenó la pasada primavera y salió de los cines con más de 10 millones de euros en España. Habiendo logrado tal éxito, me extraña mucho que no haya logrado una repercusión a la altura de las circunstancias.

Tras tres años sin títulos demasiado llamativos por fin llego esta aventura cavernícola para recoger el testigo que dejó la sorprendente How to Train Your Dragon. Una familia (probablemente de homo habilis) basan su vida en el miedo a lo desconocido pero la hija mayor, Eep, una joven aventurera y que trae de cabeza a su padre, conoce a un chico (Guy en la versión original, probablemente, un homo erectus) que le descubrirá las maravillas que puede ofrecerle el mundo más allá de la cueva en la que viven.

Nunca se había enseñado de una forma tan ilustrativa a los niños, ni se había recordado a los mayores (tan necesario en esta época de crisis) la alegoría de la caverna del maestro Platón. Kirk de Micco y Chris Sanders (director de la primera película de la saga de los dragones) usan el mito griego con gran acierto y sacan absolutas maravillas para inculcar esos valores tan perdidos que dicen que dirigirse a lo desconocido no tiene porque ser malo.

Los directores ofrecen para los más pequeños un mundo de una imaginación desbordante y unas escenas de acción trepidantes y con unos movimientos de cámara que rara vez se ve en una película de animación. Desde luego, han sabido utilizar como nunca los efectos especiales, con los que cuidan hasta el último detalles (desde el movimiento del pelo y la ropa de Eep, hasta los impresionantes desprendimientos de tierra, pasando por las olas del mar y del polvo que levantan al caminar). Una absoluta delicia para los adultos a lo que se une un buenísimo sentido del humor, apto para todos los públicos, y una de las mejores bandas sonoras que ha escrito Alan Silvestri (que ya trabajó con Sanders en Lilo & Stich).

Pese a todo, no termina de ser una película redonda, y es que aunque une con acierto acción y comedia familiar, y los personajes (incluido la mascota graciosa de turno) tienen una personalidad arrolladora, no deja de caer en todos los tópicos inimaginables y eso hace que llegando a la resolución del film, la película se vea resentida por esa falta de riesgo que aun no se atreve Dreamworks Animation y que le hace mantenerse aún un escalón por debajo de la compañía de la lamparita.

Pero, pese a esta falta de riesgo, Los Croods es a estas alturas la mejor película animada de lo que llevamos de año, por lo que no sería raro encontrarla arrasando con los premios de su categoría dentro de un par de meses, y salvo que Frozen sea una obra maestra, no debería escaparse el Oscar allá por el mes de marzo del año que viene.

Un 8.5