Tengo que admitir que para mí las películas de animación suelen ser una debilidad. Y si alcanzan unas cotas de calidad tan estratosféricas como son capaces Disney, Pixar, Dreamworks o Studio Ghibli, por mí encantada de que sigan siendo tan creativos. Y que les dure muchos, muchos años. Las generaciones presentes y venideras de niños pequeños y niños grandes lo agradecerán.
La compañía que lanzó la premiada y aclamada saga "Shrek" vuelve a superarse con una historia sobre adolescentes y dragones. En una isla vikinga, un clan muy aguerrido lleva siglos enfrentado a los dragones. El odio hacia esas criaturas es encarnizado, y toda la cultura y las costumbres del pueblo giran en torno a esa profunda enemistad. Los libros que tratan del tema son inflexibles, las historias que se cuentan en torno al fuego no hablan de otra cosa y los pequeños crecen convencidos de que no existe nada más letal. Al alcanzar cierta edad comienzan a recibir entrenamiento, y es imprescindible estar dotado de una buena forma física y una adecuada aptitud para la guerra.
Hay un chico que no encaja con nada de todo eso. Hipo (sí, les ponen nombres feos porque la superstición afirma que así se espanta a los trolls y a los gnomos) es delgaducho y no siente inclinación alguna por luchar ni matar. El que sea listo y hábil no compensa la decepción que causa en su padre ni la marginación del diferente.
Pero su suerte cambiará cuando gracias a su habilidad consiga atrapar a un "furia nocturna". Pronto descubrirá que no es tan fiero el dragón como lo pintan y confirmará que la violencia no es el camino. Un vikingo pacifista y con buena mano para las bestias, ahí es nada.
Una acción endiabladamente divertida, mucho sentido del humor y esas imágenes espectaculares a las que Dreamworks ya nos ha acostumbrado, transmitiendo un mensaje de paz, de que las guerras son absurdas (a menudo ni se sabe o se olvida por qué se libran, o los motivos son estúpidos) y en sus bandos todos están igual de asustados. Y de que el rumbo se puede modificar, que no porque las cosas hayan sido de una manera durante generaciones tienen que ser inmutables.
Eso incluso un pueblo con la cabeza tan dura como el vikingo puede llegar a entenderlo, pero no será tarea sencilla para Hipo y su nuevo amigo.