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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
21 de abril de 2010
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La única novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa no me atrapó. Y vaya si intenté sentirme parte de aquella aristocracia siciliana cuya hegemonía tocaba a su fin. Pero no me interesaron en demasía las tribulaciones de aquellas dinastías ilustres que observaban impotentes cómo los pilares artífices de su sustento se venían abajo.
Lampedusa en la literatura, y Visconti en el cine, narraron un momento candente en la historia de Italia, el de su unificación definitiva. Las tierras que dieron nacimiento a uno de los imperios y uno de los florecimientos culturales más poderosos y ricos, y que en su día fueron el epicentro mundial, pasarían posteriormente a la semioscuridad de toda nación que ha conocido épocas mejores. Dividida y con diversos territorios disputados por otros países europeos, Italia estaba desmembrada.
Lampedusa, descendiente de la arraigada nobleza de Sicilia, conocía a la perfección el orgullo de los isleños que se negaban a formar parte de un Estado unificado. Ellos, reyezuelos y príncipes en su pequeño reino y gobernándose según sus reglas ancestrales, consideraban advenedizos a los que pisaban su honor de nobles a quienes nadie había tosido hasta entonces. Garibaldi y sus luchas unionistas fueron la campana que tocó a muerto para un Régimen que se extinguía.
En la cresta de la ola que se prepara para precipitarse y deshacerse para siempre, don Fabrizio, príncipe de Salina, observa melancólicamente, con resignada clarividencia, el final de su adorada civilización. La sangre azul va a dejar de ser garantía de respeto y de inmunidad. Pronto, nadie se inclinará ante el sonsonete rimbombante de los apellidos de antiguo linaje. Los títulos nobiliarios no serán más que algo anticuado y sin valor, como un papel heredado cuyo contenido ha prescrito hace mucho, y que luce como simple ornamento que se cuelga en la pared para mostrarlo a las visitas.
Don Fabrizio presiente que el pueblo se alzará imparable y conquistará los puestos de poder. La monarquía está próxima a las últimas boqueadas. Nacerá una nueva Italia bajo la misma bandera, la verde, blanca y roja.
Los suyos, los Salina, como las demás dinastías, han de retirarse al segundo plano que les corresponde en el nuevo régimen.
Pero antes, disfrutarán una última vez de sus privilegios. Degustarán la postrera cucharada de la refinada receta que se ha estado transmitiendo de generación en generación. La postrera grandiosidad de sus feudos, de sus mansiones y de sus apellidos que al pronunciarlos parecían adornados con filigrana de oro.
Un último baile, la última oportunidad de sentirse joven antes de hundirse en la indiferencia del tiempo que no tiene piedad, cediendo el puesto a la juventud, que posee las energías suficientes para adecuarse a los radicales cambios que van a acaecer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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