Este cuento ideado por Burton mezcla los ecos de "Frankenstein" y "Pinocho", quizás tributándoles un admirado homenaje por los hondos valores que desprenden y por lo mucho que congenian sus personajes principales consigo mismo.
Es una historia que nos habla de la inadaptación de los que por cualquier motivo no concuerdan con lo que la sociedad denomina una imagen "normal". Al igual que en "Frankenstein" y "Pinocho", el protagonista es el producto de las ansias creadoras de un inventor que, queriendo ir más allá, crea vida, un ser que emule a los humanos y que se convierta en su hijo adoptivo, al que podrá educar y que palie la soledad en la que suelen vivir esos científicos que todo el mundo rechaza por "locos".
Por supuesto, siempre hay algo que va mal y los seres creados acaban inconclusos y, desde luego, nunca pueden ser del todo "humanos". El creador de Eduardo muere antes de acabar su obra, con lo cual el muchacho se queda solo y sin las manos humanas que se le habían prometido.
Cuando una mujer del pueblo lo encuentra, solo, con su extraño aspecto y sin habilidades sociales, se lo lleva a su casa para tratar de integrarlo en la comunidad. Eduardo, como era de esperar, despierta rechazo y burla. Él, que tiene un corazón bondadoso y es incapaz de hacer daño a nadie ni siquiera con el pensamiento, empieza a sufrir las consecuencias de haber sido creado diferente en un mundo tan cruel. Sin embargo, descubrirá que siempre se pueden hallar verdaderos amigos y que el amor es algo milagroso que causa tanta alegría como dolor.
Alegoría que refleja los prejuicios del mundo real, que defiende la belleza del alma y el amor que traspasa las barreras.
La fotografía, la estética y la ambientación son las que definen habitualmente el universo burtoniano. Aquí se mezcla lo gótico (la vivienda del científico y de Eduardo y el aspecto de éste, con su palidez, su pelo enmarañado, la ropa oscura y ajustada...) con el estilo cursi de casa de muñecas del pueblo y de la gente que habita en él. Fuerte contraste que el pueblo intentará suavizar tratando de dar a Eduardo un aspecto más normal.
La música, desde luego, ideal, reflejando el alma de Eduardo y sus vicisitudes, dotando a la historia de ese aire de cuento para antes de dormir.
Bella y sensible película que no se debe dejar pasar, si a uno le agrada la fantasía gótica de Burton.