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Voto de Vivoleyendo:
5
Drama A comienzos del siglo XV, el monje pintor Andrei Rublev acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de las torturas, crimenes y matanzas que tienen aterrorizado al pueblo ruso... La biografía del pintor ruso Andrei Rublev -Andrei Rubliov-, famoso por sus iconos, sirve de base para hacer un minucioso retrato de ... [+]
25 de agosto de 2009
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy poco se sabe sobre uno de los más reconocidos pintores rusos medievales. Se especula que vivió entre los siglos XIV y XV, y la prueba clara de su importancia en la esfera artística reside en sus iconos religiosos.
Tarkovsky ideó un retrato del artista, probablemente tomando los pocos datos que sobre él se conservan y estudiando sus pinturas. Seguramente intuyó que se trataba de una persona muy sensible, de espíritu dulce y para quien la religión no era una creencia impuesta por el miedo. Contrariamente a lo que imperaba en la época, él desdeñaba el oscurantismo, la extrema severidad y la rigidez del culto cristiano medieval. Para él, el arte no debía estar al servicio de la tiranía ni del terror, sino comunicarse libremente y amablemente con las personas. Las figuras que él plasmaba sobre los muros tenían expresiones suaves que no buscaban infundir temor, sino confianza.
Así, Tarkovsky narró trozos de biografía en los que los ideales del monje Andrei Rublev pronto chocaron contra los de su entorno, entrando en una profunda crisis existencial que repercutió en todos los ámbitos de su vida.
Relata la odisea de un hombre de fe enfrentado a sus dudas y a las tentaciones, sinsabores y sorpresas del mundo. Un hombre y artista que tropieza, que se pierde, que deambula sin saber hacia dónde va, que atraviesa por un período de esterilidad creativa, que conoce el horror, la muerte, el dolor y la esperanza... A la búsqueda de su propia verdad, porque él no puede llamarse a sí mismo artista si no es fiel a su naturaleza.
Pero dicha odisea comenzó demasiado mal para mí. En esta ocasión los recursos de Tarkovsky, sus imágenes simbólicas, su cámara paciente, su lenguaje visual repleto de significados a veces difíciles de discernir, sus elipsis y sus saltos han creado a mis ojos una amalgama poco empática. El trabajo de los actores es bastante digno de elogio (salvo alguna escena algo fallida) y aparecen algunas secuencias que consiguen rescatar mi tambaleante atención. Aparte de eso, nada consigue borrarme el mal sabor general.
Me ha parecido una biografía que no me ofrece el suficiente interés para soportar airosamente las tres horas que dura, incluso apreciando algunas de sus posibles cualidades.
Vivoleyendo
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