Imagínate ese momento más bello de tu existencia. El reloj se detiene. Por primera vez en tu vida oyes tu corazón que ruge en tu pecho. Un pálpito que se salta algún latido y te deja sin aliento, mientras paladeas EL MOMENTO supremo. Y ese MOMENTO llega cuando le miras a él y sabes que has nacido para amarle hasta la muerte.
Imagínate que te encuentras en el Edén. El paisaje es tan abrumador que sientes ganas de gritar y de llorar porque nunca más volverás a contemplar algo tan sublime. Estás en medio de unas montañas que te observan con benevolencia y te impulsan a dar rienda suelta a todo eso que sientes. Aquí, en medio de la belleza muda de Brokeback Mountain, todo se desnuda. El alma más que nada. Aquí no importa el resto del mundo. Aquí las barreras y los prejuicios están de más. Nadie está presente para tirar la primera piedra. Y estás tú, solo con ÉL, ese ser humano al que de repente amas más que a ti mismo. Y juntos escribís sobre vuestra piel y sobre jirones del corazón vuestra historia, una historia que sólo os pertenece a vosotros, que es tan sagrada como un ritual arcano cuyo significado se escapa para los profanos.
Y ese instante eterno se quiebra, como es inevitable, y hay que volver a pisar tierra, y ambos sabéis que vuestro amor está sentenciado a vivir encadenado porque no puede ser mostrado al resto del mundo.
¿Cómo se puede dejar de respirar? ¿Cómo se puede dejar de lado el corazón, el alma, el ser que amas más que a tu propia vida, sin arrancarte casi todo tu ser? ¿Cómo se puede seguir adelante con el dolor de saber que nunca podrás tener lo único que realmente deseas?
Sí, sigues adelante. Vegetas. Respiras. Te dejas abrazar por otros seres en los que sólo encuentras una sombra de lo que ÉL es, te engañas con el conformismo de aceptar un sucedáneo. Das tumbos, vagas como alma en pena, sin encontrarte. Lo poco que obtienes de ÉL tienes que robarlo a escondidas, culpablemente, y siempre quieres más, nunca es suficiente.
Pese a todo, no cederás. Te arrancas tu corazón con tus propias manos sabiendo que es inútil.
Y todo, todo lo que piensas, vuela hacia ÉL, lo llamas con el pensamiento para luego alejarle de tu lado, porque sabes que no lo permitirás.
Todas las vueltas que das tienen un único centro, que es el único sitio al que quieres ir pero del que constantemente te alejas.
Has pagado cara tu osadía y has perdido el mejor pedazo de ti mismo. Lo que ofreces a los demás sólo es un fantasma de tu verdadero ser. Sólo ÉL tiene el pedazo que te falta.
Sigo en el spoiler.