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Voto de Vivoleyendo:
8
Bélico. Drama Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Forzado a unirse al ejército japonés durante la contienda, Kaji es enviado a Manchuria. Allí entabla amistad con un soldado que simpatiza con el comunismo. Tras una breve visita de su esposa, Kaji es enviado con su unidad al campo de batalla, del que muchos de sus compañeros nunca regresarán. (FILMAFFINITY)
30 de julio de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las tremendas pruebas que tiene que capear el arrojado, idealista y humanitario Kaji no concluyeron ni mucho menos en aquellas minas de carbón de Manchuria, en las que en “La condición humana I” se oponía al injusto e inhumano sistema de gestión y de explotación de los obreros asalariados y de los prisioneros de guerra condenados a trabajos forzados en las minas. Plantó cara a lo impensable, a toda una corrupción sistemática, organizada, que contaba con el beneplácito y la indiferencia de los que sacaban lucro.
Y como un hombre justo que ha desafiado el sistema y que ha mostrado peligrosas tendencias “comunistas”, según los paranoicos mandamases, un hombre que defiende a la chusma proletaria y a los chinos apresados, no puede ser tratado con indulgencia dado el peligro de que se extienda la peste propagada por las enemigas Unión Soviética y China.
Lo envían al ejército como recluta, para que sirva a su patria en la contienda mundial en la que es aliada de Alemania. Los rusos atacan duramente las fronteras en Manchuria.
Nuevamente Kaji encontrará, ahora en el seno del ejército, un sistema corrupto, podrido, intransigente y despiadado. No tarda en darse cuenta de que el principal enemigo no está ahí fuera, tras la frontera, sino dentro.
Superiores que maltratan a sus subordinados, sometiéndolos a vejaciones físicas y psíquicas, ensañándose con los débiles que no están hechos para la vida castrense. Castigos corporales, un régimen cuartelario extremadamente severo, prejuicios anclados hasta la náusea, discriminación, maldad y abusos de los que tienen poder de mando. Kaji, resistente, buen soldado, se subleva interiormente y otra vez vuelve a hacer valer su voz clamando por justicia, tratando de que la vida sea más llevadera para sus compañeros allá donde él se encuentre. Durante la breve visita de su esposa al cuartel hace un juramento: sobrevivirá, aguantará hasta el final.
No se rendirá.
Toda una epopeya antibélica de un valiente que nada a contracorriente. Un espécimen raro rodeado de hienas salvajes ante las que se planta con toda su dignidad a cuestas. Y un sentido del honor y del compromiso con la vida y con el amor que nada puede romper.
Los soldados, en el campo de batalla, bajo la lluvia de proyectiles, mirando a la muerte a la cara, mantienen un delgadísimo hilo de esperanza, de fuerzas: sus madres, sus esposas, sus niños.
No son autómatas que luchan por su patria. Son hombres aterrados que rezan para seguir viviendo y volver a casa.
Vivoleyendo
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