Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
7
Drama "No matarás": En una Varsovia gris, vacía, pobre y triste, Jacek, un joven sin perspectivas ni futuro, asesina brutalmente a un taxista. Quinto de los diez mediometrajes, cuyo nombre genérico es "decálogo", realizados para la televisión por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz. Cada uno de ellos se inspira en uno de los Diez Mandamientos. Este episodio es una versión de la película "No matarás", de 1988, ... [+]
4 de mayo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Episodio 5. "No matarás".
El capítulo más duro del decálogo, como era de esperar, es el que está dedicado al quinto mandamiento, el más importante y el que expresa la prohibición más categórica, exhortando a respetar la vida de las personas.
Este mediometraje está filmado con un apagado tono amarillento (símbolo de frialdad, soledad y tristeza) y durante muchos planos la imagen se ve como a través de una lente sucia. La Varsovia invernal de finales de los ochenta, apenas despertándose de un siglo crispado, golpea silenciosamente con los vestigios de penurias pretéritas que todavía se dejan sentir.
La urbanización de superpoblados edificios comunistas (que desde fuera al menos no se diferencian de los capitalistas en los que se hacinan cientos de familias en humildes apartamentos, debido a las políticas de aprovechamiento del escaso espacio disponible y de la salvaje especulación del terreno) se muestra especialmente hostil y subraya ese aislamiento emocional de muchos habitantes que, aún estando rodeados de gente, están solos.
En esos deslucidos escenarios de una ciudad rayana en lo deprimente observamos lo más bajo de la condición humana por medio de dos individuos bastante despreciables.
Por un lado, un taxista (distinto del que protagonizó el episodio 3) de mediana edad se divierte con detalles mezquinos. Rechaza y hace descarados desplantes a potenciales clientes que necesitan de sus servicios (entre ellos, el matrimonio del episodio 2), mira las piernas de una chica con esa lascivia propia de quien ve a las mujeres guapas como objetos de usar y tirar, arroja a un perro callejero un sándwich que su esposa le había preparado para el almuerzo (yo lo he interpretado como una falta de respeto hacia ella), gasta una broma pesada a un transeúnte... Un hombre de existencia gris que aglutina insignificantes placeres en fastidiar y burlarse del prójimo, que además es un sanguijuela del dinero porque por lo visto sólo le interesa llevar a los clientes que viajan a sitios más lejanos, a los límites territoriales del taxista, y que por consiguiente pueden aportarle más dinero que los de trayectos cortos. Esto le va a costar el mayor precio de su vida, literalmente.
Porque para su desgracia recogerá a Lazar Jacek, un joven sin oficio ni beneficio que vagabundea por la capital haciendo rabiar a ancianas, maltratando a homosexuales, escupiendo en las tazas de café de las cafeterías, azotado por unas ansias de hacer daño que pronto explotarán... Se intuye que está perseguido por unas circunstancias muy malas y que algo debió de ocurrirle que lo traumatizó, porque con todo este estéril deambular contrasta una escena en la que Jacek entra en un estudio fotográfico para que le amplíen una vieja foto en la que figura una niña vestida de Primera Comunión.
Porque aparte de las malas acciones, también salen las buenas, como fiel drama psicológico que refleja la complejidad humana. Tanto Jacek como el taxista tienen sus pequeños momentos de redención, aunque el terrible desenlace eche por tierra cualquier posibilidad futura.
El vértice equilibrador del triángulo del episodio es un abogado recién licenciado que, con su voz en off, cuestiona la pena de muerte que aún estaba vigente en Polonia. Enarbola el idealismo de los novatos, pero no tardará en probar el fango, porque si formas parte del sistema judicial en un Estado que condena a muerte (y que por lo tanto comete asesinato legal y aplica el ojo por ojo, no siendo mejor que cualquier vulgar criminal de la peor estofa), no podrás librarte de ser testigo de la ruindad e hipocresía de dicho sistema. Y si eres alguien sensible y con principios, lo pasarás muy mal.
El destino jugará sus cartas con estos tres personajes. Artur Barcis, el misterioso vecino de mil identidades y ninguna y omnipresente en el Decálogo, observa con sus ojos traspasadores que transmiten su mensaje de inexorabilidad, parecen decir "no tienes escapatoria, la suerte está echada". E incluso creo que avisa, advierte calladamente: "no hagas eso, te conducirá a la desgracia". Pero los personajes ignoran su críptica mirada, por supuesto.
Una de esas ocasiones (limitada y con toscos defectos, eso sí, por tratarse de un film de corta duración e imagino que de presupuesto igual de corto) en las que el arte de filmar sirve como enérgica denuncia.
Para finalizar he de añadir que sale una de las escenas de crimen más crudamente filmadas y realistas (y es decir palabras mayores con la cantidad de escenas cruentas que se ruedan cada año) de la historia del cine y la televisión. Si tenéis el estómago sensible apartaréis la vista y os taparéis los oídos o directamente os la saltaréis porque no se puede soportar. Incluso peor (si es posible) que la famosa escena de violación de "Irreversible".
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow