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Voto de Gunnar Hansen:
9
Terror Regan, una niña de doce años, sufre fenómenos paranormales como la levitación o la manifestación de una fuerza sobrehumana. Su madre, aterrorizada, tras someter a su hija a múltiples análisis médicos que no ofrecen ningún resultado, acude a un sacerdote con estudios de psiquiatría. Éste, convencido de que el mal no es físico sino espiritual, cree que se trata de una posesión diabólica, y decide practicar un exorcismo... Adaptación de la ... [+]
22 de abril de 2009
31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos han visto únicamente en El Exorcista un estremecedor ejercicio de terror. Ha quedado grabada en la memoria colectiva, falaz portavoz del pasado, como una de las obras que más han asustado y traumatizado a sus espectadores. Sin ser esto del todo falso, si me gustaría en esta crítica matizar dicha opinión general.

Friedkin, siempre preocupado por la dimensión psicológica de sus personajes, toma la novela homónima de William Peter Blatty para recrear unos supuestos hechos reales acaecidos en Maryland en el año 49 en los cuales el escritor se basó para configurar su magistral obra. Aunque debe eliminar partes vitales del libro en pro del desarrollo cinematográfico de éste, el resultado final es, desde luego, sobrecogedor (y más atendiendo al año de manufactura y su contexto fílmico). Nadie niega a día de hoy la sensación que en su momento esta obra supuso y el terror que debió infligir al desprevenido asistente a su proyección. Pero vista hoy día, dicho horror queda diluido en el trasfondo dramático que tanto gusta a Friedkin retratar y que no está ausente en esta película. Y es que me inclino más a incluir El Exorcista en el género del drama que en el terror. Por más vueltas que le de la cabeza a Linda Blair, por más vómito que espurree por su boca y más crucifijos que se introduzca obscenamente por la vagina, la manufactura formal de la película se encuentra en mi opinión más cercana al drama que al terror en sentido estricto.

La irrupción de Satanás en las vidas de los diferentes personajes revive sus más traumáticas vivencias, sus horrores anímicos más íntimos hasta conducirles allí donde su enemigo quiere: las puertas de la destrucción psicológica. Satanás desde dentro de una niña ejecuta a la perfección su juego al colocar a cada individuo ante lo que más teme, causando un tremendo daño emocional con el que manipular a sus presas. El Mal en estado puro es aquí un ser artero y esquivo que se oculta tras la inocencia de una impúber criatura para infligir dolor y se vale para ello de las vías más viles posibles.

Friedkin, atento siempre al contexto psicológico en sus obras, sabe realizar tal lectura del libro para acrecentarla en un film que, si bien es cierto que cuenta con momentos de alto contenido macabro, se emparienta más con el género dramático que con el terror puro y duro. Encuadrar únicamente esta obra en el horror lleva la discusión a terrenos baldíos e inanes al quedar la reflexión cercenada por tópicos asociados al terror como género: si da miedo o no, si sus efectos son buenos o malos,… De hecho, siempre que he encontrado una mala crítica a esta obra no es en referencia a su manufactura, impecable desde un punto de vista cinematográfico, sino al hecho (absurdo como referente crítico) de si produce o no terror.

Excelente elaboración técnica, una fotografía genial, gran ambientación musical de Oldfield y magníficos actores y actrices derivan en una memorable película. Para ver en sesión doble con Rosemary's Baby.
Gunnar Hansen
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