Tras haber creado prácticamente un género de la nada, George A. Romero había realizado "Zombi", una buena secuela que utilizaba un centro comercial de una manera admirable (y satírica). No obstante, cuando parecía que quedaba poco por decir sobre unos villanos sin ninguna motivación que no fuera el hambre de sesos ajenos, el cineasta firma "El día de los muertos", un más que digno cierre de la trilogía.

Hay un guiño a la anterior entrega al emplear un helicóptero, si bien tardamos poco en entender que ninguno de los personajes tiene conexión directa con los anteriores. De cualquier modo, persisten los denominadores comunes que se mantuvieron en el género en las siguientes décadas hasta llegar a "The Walking Dead": el conflicto entre humanos al estar en una situación de emergencia.

Si la segunda entrega incidía en el consumismo absurdo, aquí hay un dardo muy claro que se orienta hacia el estamento militar, el cual queda duramente retratado. Exceptuando el personaje de Lori Cardille, el egoísmo campa a sus anchas en una soldadesca que se nutre de los más bajos instintos. Ya sería una premisa interesante, pero Romero sabe realizar una serie de giros agudos que evita cualquier asomo de aburrimiento.

A destacar el personaje del doctor Logan, un excéntrico científico que se obsesiona con la posibilidad de recuperar algo de la memoria de los zombis o incluso enseñarles cosas nuevas. Comparada con otros filmes más actuales de la cuestión, sus efectos especiales pueden haber caducado, pero muestra un sentido del riesgo superior y mayor originalidad que las mismas.

No habría sido un mal broche de oro para Romero con sus creaciones.