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Voto de El Libanés:
9
8.9
140,213
Drama
Continuación de la historia de los Corleone por medio de dos historias paralelas: la elección de Michael como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, Don Vito Corleone, primero en su Sicilia natal y posteriormente en Estados Unidos, donde, empezando desde abajo, llegó a ser un poderosísimo jefe de la mafia de Nueva York. (FILMAFFINITY)
14 de diciembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francis Ford Coppola había coqueteado con la grandeza y en esta continuación de la familia Corleone, demuestra que no fue por casualidad. La segunda parte de la saga no desmerece en nada a su predecesora, desmontando viejos tópicos. El clan mafioso continúa perpetuándose a lo largo de generaciones, de hecho, en esta ocasión Coppola narra dos historias en una, por un lado, los orígenes de Vito y en la otra, los problemas de Michael Corleone para asentarse en el poder.
La imposibilidad de Marlon Brando para encarnarse a sí mismo varias décadas más joven, obligaba a encontrar un sustituto a la altura de las circunstancias. Los responsables de casting recordaban a un señor llamado Robert De Niro que había estado muy cerca de interpretar a Sonny en la anterior entrega.
Desde ese momento, bigote icónico incluido, De Niro hace una de las mejores caracterizaciones de su carrera. Esa Italia primitiva en la cerrada Sicilia constituye uno de los mejores flashback de la historia del cine, convirtiéndose en una gozada para el espectador, con una bella fotografía, oportuna banda sonora y excelentes movimientos de cámara.
Tanto en el pasado como en el futuro, la obra de Coppola mantiene la dura violencia de la saga anterior, pero si bien es cierto que nunca es con un carácter gratuito. Un potentísimo reparto (Robert Duvall magnífico, Diane Keaton muy excéntrica pero atinada, John Cazale, etc).
La imposibilidad de Marlon Brando para encarnarse a sí mismo varias décadas más joven, obligaba a encontrar un sustituto a la altura de las circunstancias. Los responsables de casting recordaban a un señor llamado Robert De Niro que había estado muy cerca de interpretar a Sonny en la anterior entrega.
Desde ese momento, bigote icónico incluido, De Niro hace una de las mejores caracterizaciones de su carrera. Esa Italia primitiva en la cerrada Sicilia constituye uno de los mejores flashback de la historia del cine, convirtiéndose en una gozada para el espectador, con una bella fotografía, oportuna banda sonora y excelentes movimientos de cámara.
Tanto en el pasado como en el futuro, la obra de Coppola mantiene la dura violencia de la saga anterior, pero si bien es cierto que nunca es con un carácter gratuito. Un potentísimo reparto (Robert Duvall magnífico, Diane Keaton muy excéntrica pero atinada, John Cazale, etc).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El medio punto que en esta modesta crítica le falta a esta gran obra maestra es a la ausencia de un punto secante en estas dos vidas paralelas. Coppola (que se recrea hasta lo indecible en algunas escenas, consciente de la maravilla que su equipo está haciendo), cortó en el último momento un diálogo ficticio entre Michael y Vito, que hubiera justificado lo diferente de sus métodos y es que, el segundo nunca hubiera ido contra su familia (Fredo).
Poco importaba ya en una película de esta extensión, diez minutos más. Esta ausencia obliga a pensar que estamos ante dos obras cinematográficas, excelentes, sin duda, pero inconexas. Y es que hay muy poco en común en la lenta pero segura escalada de Vito al poder (impagable ese tono de voz tan dulce, incluso cuando ordena algo terrible) y el juicio a Michael justo en su cúspide, especialmente los momentos en Cuba, donde él declara que ha visto a un guerrillero inmolarse por sus ideales, por lo que, a su atinadísimo juicio, pueden tener una opción de ganar.
Por lo demás, una obra llena de detalles que quizás se hayan perdido la primera vez que tuvieron opción de verla, una riqueza de matices infinita, un final estremecedor y un exponente del mejor cine en la afortunadísima década de los 70.
Poco importaba ya en una película de esta extensión, diez minutos más. Esta ausencia obliga a pensar que estamos ante dos obras cinematográficas, excelentes, sin duda, pero inconexas. Y es que hay muy poco en común en la lenta pero segura escalada de Vito al poder (impagable ese tono de voz tan dulce, incluso cuando ordena algo terrible) y el juicio a Michael justo en su cúspide, especialmente los momentos en Cuba, donde él declara que ha visto a un guerrillero inmolarse por sus ideales, por lo que, a su atinadísimo juicio, pueden tener una opción de ganar.
Por lo demás, una obra llena de detalles que quizás se hayan perdido la primera vez que tuvieron opción de verla, una riqueza de matices infinita, un final estremecedor y un exponente del mejor cine en la afortunadísima década de los 70.