"Dexter" es una serie de difícil definición. Lo único que resulta claro es que se mueve en una frontera de moral muy difusa. Eso convierte esta propuesta de la cadena Showtime en algo muy adictivo, repleto de humor negro y con un protagonista atípico en el mundillo de las series tipo CSI.

Michael C. Hall emerge varios metros bajo tierra para liderar un casting escogido con gran gusto que nos lleva a los oscuros dominios de un brillante forense que esconde muchos secretos y sangre en su armario. A través de los flashbacks y los diferentes casos a los que se enfrenta, vamos descubriendo al monstruo y al hombre a partes iguales, generando una incómoda sensación de falta de certeza.

Asimismo hay que agradecer que el Dexter televisivo tiene un punto más de humanidad que el de las páginas escritas, pudiendo ser más fácil empatizar con él en determinados momentos... si bien, en otros, resulta imposible.

Una aventura carmesí que tiene temporadas irregulares que se alternan con ideas geniales.

Como fuere, de no existir, debería haberse inventado.